Lafond, Gérard, L’Éveil du
regard. Origine et destinée de la
Création , Lethielleux,
Paris 2010, 647 pp, 15 x 23,5
cm (Carthaginensia 52 (2011) 494-495).
La mirada, quizás sea esta el motor que permitirá al
pensamiento moderno salir de su marasmo, pero una mirada honesta, nada
infantil, por supuesto, pero siempre dispuesta a indagar el misterio que
envuelve lo real. No, no se trata de una mirada ingenua que cree ver sin más
aquello que se muestra a sus ojos en medio de una luz, a veces cegadora y
engañosa. No, no se trata de la mirada del hombre antiguo, que posa sus ojos en
los cielos y es capaz de ver luchas milenarias, seres mitológicos y extraños y
ocultos sentidos en las luces que iluminan las noches eternas del hombre
primitivo. Tampoco se trata de la mirada del hombre nacido tras las luces de la
revolución, ni la científica ni la social. Esa mirada cree construir cuanto ve,
cree, a diferencia de la anterior, que lo que ella ve es creado en ese mismo
instante, que nada ni nadie hay que lo haya puesto allí y que ella y sólo ella
es la creadora y soberana absoluta de su mundo. No, estas miradas son ingenuas,
tanto por lo que creen saber como por lo que desconocen desconocer.