Thiede, Carsten Peter, Jesus.
La fede. I fatti. Messaggero Editrice, Padova 2009, 191 pp, 16 x 23,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 255-257).
Aunque la
traducción de esta obra a la lengua de Dante es reciente, el original tedesco
cuenta ya con diez años de antigüedad, antigüedad que se deja sentir con fuerza
en un ámbito de estudios tan sensible a los progresos de los descubrimientos
arqueológicos como es la investigación sobre Jesús, especialmente el Jesús histórico. Thiede hace gala en la
obra de sus profundos conocimientos como historiador y papirólogo, apostando
todo a la validez de unos pequeños restos de papiros encontrados en Qumram,
específicamente el 7Q5, que contendría algún trazo del Evangelio de Marcos.
Puesto que la cueva donde se encontró está datada del 40-50 d.C, el texto de
Marcos sería anterior a la destrucción del 70, con toda probabilidad, indica
Thiede, lo cual nos llevaría a que el apocalipsis
marcano no sería una retroproyección de la comunidad pospascual sino un
verdadero anuncio de acontecimientos futuros. Con este argumento y algunos más,
el autor se enfrenta a toda la crítica histórica de los evangelios y a todos
los investigadores sobre el Jesús
histórico, apostando a que, como indica el subtítulo de la obra, en Jesús,
los datos de la fe y los hechos coinciden punto por punto.
Para reafirmar
este posición previa, este pre-juicio, el autor confronta algunos de los datos
más significativos de los evangelios con la epigrafía y los descubrimientos
arqueológicos a los que ha tenido acceso. Sin atender a varios de los criterios
de historicidad que forman parte del consenso actual de la investigación, como
el de datación múltiple, adoptando una sola fuente como válida para certificar
un dato, véase la huida a Egipto o el
nacimiento en Belén, Thiede se
aventura a proponer que toda la narración mateana de la infancia de Jesús es de
carácter histórico. La prueba la encuentra en un descubrimiento arqueológico en
Ascalón, al norte de la franja de Gaza. Allí se habría encontrado un osario con
muchos restos de nños pequeños, que habrían muerto con meses de edad. Este
descubrimiento datado en los inicios del siglo I de nuestra era podría estar en
relación con la muerte de los inocentes
que nos relata Mateo que efectuó Herodes. Dado que Jesús hubo de nacer en el
año 7 a.C, en invierno afina más el autor, los datos podrían concordar. No
afirma que ese osario corresponda a la matanza de niños por Herodes, pero el
hecho de que se encuentre puede dar verosimilitud al relato evangélico. En todo
caso, nos dice Thiede, un ser tan macabro como Herodes era capaz de eso y mucho
más, y puesto que era capaz, el relato es verosímil (sic).