miércoles, 29 de agosto de 2012

Lecciones sobre Dios


Przywara, Erich, Leçons sur Dieu, Introducion, traduction et annotation par Philibert Secretan, Éditions du Cerf, Paris 2011, 192 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 53 (2012) 231-232).

La labor que Philiber Secretan y la editorial Cerf están haciendo de recuperar textos que por su antigüedad y temática han quedado en el olvido, pero que, por una de esas circunstancias de la historia, ahora más que nunca pasan a estar de actualidad, viene resultando ya impagable. Hemos recensionado en Carthaginensia varios volúmenes de filósofos y pensadores que en los primeros decenios del siglo XX fueron capaces de poner el pensamiento cristiano a la altura de las circunstancias difíciles por las que pasaba la humanidad y de los eminentes pensadores que dieron aquellos tiempos recios en lo moral. Esta obra que presentamos nos propone recoger el legado de uno de esos pensadores cristianos hijos de su tiempo y de la Iglesia que supieron fusionar en su vida la fe y la experiencia humana. Przywara era hijo de familia de comerciantes silesios y funcionarios prusianos. Aquella Silesia, mosaico a la vez étnico y religioso, va a conformar el carácter del futuro jesuita que no se dejará encerrar en una cultura de geto, donde el catolicismo estuviera encerrado como en una urna de cristal, sin contacto con el mundo, y abrirse a la visión del mundo de la época, al espíritu de los tiempos. Con esta perspectiva se enfrentará a los grandes pensadores buscando en ellos las relaciones objetivas que allí había. Se dedicará a liberar de Agustín, los místicos alemanes, los románticos, Nietzsche, Scheler, Newman, aquellos “ritmos internos”, les llama él, que dan el espíritu objetivo de su pensamiento y que son válidos para cualquier hombre. Su obra es intensa y extensa, dejando a su muerte, en 1972, un número importante de inéditos que ahora se pretende dar a la luz de estos tiempos tan ayunos de un pensamiento profundo.

Con su obra maestra, Analogia entis, Przywara llegará a influir en pensadores de la talla de Urs von Balthasar, Edith Stein o Kart Barth, y mostrará otra forma de entender la analogía dentro de la perspectiva cristiana. Su búsqueda versa sobre “una filosofía de la polaridad dinámica entre una filosofía de la inversión constante de un polo a otro y otra del medio estático”. Esta búsqueda, que hace fluir lo estático y da estabilidad a lo dinámico, encuentra su solución en el ritmo de un movimiento fluctuante. La analogía, que es válida tanto para la filosofía como para la teología, permite poner en relación bidireccional al creador y a la criatura, en un movimiento descendente y ascendente, de dentro a fuera y de fuera a dentro, en fin, resuelve sin confundir la polaridad entre inmanencia y trascendencia. Y esta es, precisamente, la temática del volumen que tan bellamente ha editado Secretan.
El libro está introducido por un trabajo que Secretan ya había traducido y publicado hace una década: Metafísica, religión, analogía. Es un opúsculo donde se propone la validez de la analogía, tanto el campo de la filosofía como en el de la metafísica, como el medio, el balance exacto que permite la relación sin caer en la pérdida de uno de los elementos. Después del opúsculo se añaden las cinco conferencias sobre Dios que el jesuita impartió en la universidad de Leipzig entre el 4 y el 8 de febrero de 1922. En ellas pone en práctica su visión de la analogía respecto a Dios en relación con la problemática esencial: ¿está Dios en la criatura o por encima de ella? Curiosamente, esta pregunta nos retrotrae al problema de la modernidad: el cogito como dios que sustituye al deus absconditus del final de la Edad Media. Por eso, la analogía nos remite al Dios en nosotros y más allá de nosotros sin entrar en contradicción y afirmando ambos elementos. Este es el Dios que viene a la Idea, que dirá Lévinas y el Dios de la Historia, aunque más allá de la una y la otra, pues no puede confundirse el Creador con nada creado por él. En fin, Dios está en el alma de la persona, pero estando en la comunidad de los creyentes. No puede separarse tampoco esta relación dinámica. La expresión acabada y viva de esta relación analógica entre Dios y la humanidad se vive y expresa en el misterio de la Santa Misa, donde la Inmanencia de Dios se hace visible en el pan y el vino, pero igualmente la Trascendencia de Dios, tanto y tan bien que esta inmanencia no es sino la expresión terrible de su invisibilidad y de su incomprensibilidad.
La segunda parte de esta obra está dedicada a tres textos bajo el epígrafe de Dios, Metafísica y Estética. El tema central de estos tres textos es la Belleza, no la analogía, pero, de alguna manera vuelve a su amor de juventud, la música, y su capacidad para poner en relación al hombre con el mundo y Dios, de ahí su relación analógica. Los títulos de los textos nos indican el camino que sigue el autor. Imagen, parábola, símbolo, mito, misterio, logos (1956), el primero; Belleza, sagrado, cristiano (1957), el segundo; y el tercero, Tiempo, espacio, eternidad (1959). Al final se cumple la palabra de Pablo: Dios se constituye como panta en pasin, el tiempo no es el cronos sino el kairos de de la Inmanencia divina. El devenir es un encuentro de la Trascendencia que viene al hombre por medio de las mediaciones naturales y de la comunidad. La analogia entis es la que nos permite llegar a comprender este Magnum mysterium, comprender a Dios que se encuentra con la criatura.

Bernardo Pérez Andreo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...