Gravilyuk, Paul, El
sufrimiento del Dios impasible, Sígueme, Salamanca 2012, 248 pp, 13,5 x 21,5
cm (Carthaginensia 55 (2013) 269-271).
La propuesta de
Gravilyuk, aunque parece ser novedosa, no es sino la vuelta a la consideración
patrística sobre Dios, en un intento por rebatir el consenso de los teólogos
actuales, afirmados en la posición de Harnack de que en el periodo patrístico
la filosofía helenística contaminó y corrompió el mensaje de la Biblia. De
aquella posición nace la postura actual que sostiene que Dios sufre, y es esto
lo que pretende el autor rebatir en esta obra. Más en concreto, Gavrilyuk
denomina esta tesis como la “teoría de la caída de la teología en la filosofía
helenística”. La tesis estaría, a su vez, desglosada en cinco proposiciones: 1.
La impasibilidad divina es un atributo de Dios en la filosofía helenística y
griega; 2. La impasibilidad divina de los filósofos fue adoptada acríticametne
por los primeros Padres; 3. La impasibilidad divina no deja espacio para
ninguna reflexión sobre las emociones de Dios ni sobre su intervención en la
historia, que atestigua la Biblia; 4. La impasibilidad divina es incompatible
con la revelación del Dios sufriente en Jesucristo; y 5. Este último hecho fue
percibido por un grupo minoritario de teólogos, que afirmaban contra la mayoría
que Dios es pasible. La tesis, así propuesta, es compartida por la inmensa
mayoría de teologías y teólogos en la actualidad, desde la teología política y
la teología de la liberación, hasta la teología feminista o la teología del
proceso. Todas la aceptan y todas, según el autor, está equivocadas. De ahí que
sea necesario establecer una profunda revisión, de modo que se restablezca la
verdadera posición de los Santos Padres y así contribuir a hacer de la teología
de hoy algo más acorde con los datos de la Biblia y con las reflexiones de los
Padres.
La compasión
divina no implica que Dios sufra, un Dios compasivo no es un Dios sufriente. La
diferencia estriba en que el compasivo no se deja dominar por el sufrimiento,
mientras el sufriente está débil e indefenso. El compasivo es capaz de ayudar
precisamente porque no es susceptible de sufir en el mismo grado que la
víctima; en ese sentido, su deber es permanecer impasible. La compasión divina,
por tanto, presupone tanto la pasibilidad como la impasibilidad. Según la
doctrina patrística de la encarnación, Dios, permaneciendo divino por completo,
aceptó las limitaciones de lo humano, sufrió voluntariamente para la salvación
del mundo y triunfó así sobre el pecado y la muerte. Dios es impasible, en
tanto que puede soportar el sufrimiento, y pasible, en tanto que sufre en y con
la naturaleza humana.