AA.VV., La transmisión de la fe: la propuesta
cristiana en la era secular. VI Jornadas de Teología, Collectanea Scientifica Compostelana 21, Instituto Teológico
Compostelano, Santiago de Compostela, 2005, 419 pp, 17 x 24 cm ( Carthaginensia 48 (2008) 210-212) .
Uno de los problemas centrales en el cristianismo actual en
los países occidentales estriba en cómo manifestar la fe en una época de
creciente secularización. Bien sabemos que no se puede confundir secularidad con secularización. Si la primera es positiva y deseable, la segunda
puede llegar a ser perniciosa en lo que tiene de reduccionismo de los elementos
laicistas y cientificistas. Por supuesto, nos referimos a cierta versión
extrema del proceso autónomo por el que la modernidad ha devenido una edad
madura. Blumenberg, como buen crítico de la tradición cristiana, nos enseñó a contrario los peligros de una fe que
se cree dueña y señora del mundo. A su juicio, la modernidad es una era
histórica legítima, frente a la opinión de Guardini, porque había conseguido lo
que la Edad Media
cristiana aplazó sine die: dar un
sentido a este mundo sin necesidad de recurrir a otro. Por ello, nuestros
esfuerzos deben ir en la dirección de reencontrarnos con nuestra propia
historia a la vez que respetamos y nos adaptamos a los tiempos seculares en que
vivimos. Se trata de lanzar propuestas, que no respuestas, ante una era
secular. De eso se trata en el libro que recoge las actas de las VI Jornadas de
teología del Instituto Teológico Compostelano. Porque, a pesar de todas las
profecías la religión pervive. Aunque sea una religión “light” o a la carta,
encontrando credulidad a la par que increencia. Las tradiciones establecidas de
antaño dejan paso a una pléyade de creencias dispares.
La situación de la Iglesia en el mundo moderno es difícil por varios
motivos. En primer lugar porque debe hacer frente a un viejo laicismo que no ha
superado sus propuestas más anticlericales; en segundo lugar porque no ha
sabido adaptar su propia fe a unas nuevas circunstancias. En la actualidad “se
han interrumpido los cauces naturales de transmisión de la fe” (21) y esto
implica la imposibilidad de introducir a los niños en el ámbito de la fe y de
fortalecer la propia propuesta. Como nos dice en la presentación de este
volumen Pérez López, las principales tareas que deben llevarse a cabo son: la transmisión de la fe, el servicio al
evangelio, la dinamización de los seglares y la creación de un conjunto de
valores acordes con los hábitos civiles (29). Estas tareas tienen su
desarrollo en las Jornadas en tres bloques en los que se dibiden las dieciséis
ponencias. Los bloques son La fe
interpelada (37-168); La propuesta
creyente (171-282); La transmisión de
la fe (285-406). El primero de estos bloques consta de cinco ponencias. En
la primera, el obispo de Angouleme, Claude Dagens, hace una exposición de la propuesta cristiana en nuestras sociedades
secularizadas, donde nos convoca a “apropiarnos de nuevo, de una forma
efectiva, de nuestro patrimonio católico, como la expresión de la fe vivida por
las generaciones que nos han precedido y practicando el diálogo entre fe y
cultura” (41). Además, deja claras las prioridades en la evangelización del
mundo moderno: una misión en profundidad que evangelice la existencia humana
haciendo frente al mal y a la muerte con la fuerza de Cristo y evangelizando a
su manera, como con los discípulos de Emaús.
La colaboración de Gabriel Amengual, Una aproximación creyente a los conceptos de secularizad, laicidad y
postmodernidad, clarifica enormemente el terreno en el que la fe se tiene
que batir. Para Amengual, la característica más preocupante y que plantea más
oportunidades a la fe, no es la secularidad sino la postmodernidad. Es
preocupante porque “intenta romper más radicalmente con su propio pasado” (96),
acabando con los cimientos modernos, cimientos que la religión comparte
también. De ahí que la postmodernidad lleva al nihilismo, es decir, a la
pérdida de los valores habituales de la vida social y moral. Pero éste es
también una oportunidad para la fe “porque nos obliga a poner nuestra confianza
sólo en Aquel en quien se puede confiar” (105), la evangelización sólo puede
tener el contenido del Padre el Hijo y el Espíritu. Abundando en esta
propuesta, Benito Méndez Fernández, en un extenso e intenso artículo, expone la
necesidad de abrir un diálogo entre
creencia e increencia, más allá del teísmo y del ateísmo que nos lleve a
buscar nuevos caminos que “apoyen la posibilidad de la fe frente a la
plausibilidad de la increencia” (165). Porque la fe siempre convive con la
duda, con la posibilidad de la increencia, aquí reside la dignidad humana: “en
la capacidad de dudar y de interrogarse sobre el propio destino” (167).
El segundo bloque contiene cinco ponencias también, donde se
analizan las propuestas creyentes en cinco ámbitos distintos: como oferta de
salvación, en una sociedad multicultural, como cristianismo creíble a las
mujeres y los hombres de hoy, a la construcción de la democracia y al sentido
de la historia. De estos cinco queremos subrayar las aportaciones de Ladaria y
Alfonso Novo. Luis F. Ladaria, profesor en la Gregoriana de Roma,
propone el cristianismo, oferta de
salvación. Nuestra salvación no puede ser otra que la de Cristo, en virtud
de la misteriosa pero real comunión del Hijo con todo el género humano. Cristo
es la cabeza de todos los salvados y la Iglesia es la portadora de esta salvación para
que llegue a todos los hombres. Ahora bien, no ha llegado de hecho a todos,
luego el compromiso con la misión debe ser más fuerte aún. Por su parte,
Alfonso Novo, se plantea la Fe en Jesucristo y el sentido de la historia.
Como siempre, este autor tiene una palabra precisa e interesante que decir,
lástima que no se prodigue más en sus escritos. En este nos propone que el
sentido de la historia no es algo a ser buscado sino algo que debe ser puesto,
se trata de “poner sentido al propio modo de vivir y hacer la historia” (281).
La muerte y resurrección de Cristo nos llevan por el camino de los débiles y el
sufrimiento para encarar la historia, eso debe ser vivido en la Iglesia , porque es el
ámbito donde se vive esa novedad absoluta que es Cristo. Pero, de la misma
manera que la Iglesia
debe evangelizar la historia, la historia también puede evangelizar a la Iglesia , si esta discierne
los signos de los tiempos (282).
El último de los bloques es La transmisión de la fe. Cuenta con seis ponencias que van
encaminadas a diversos ámbitos en los que transmitir la fe. Desde la Doctrina Social de la Iglesia , a cargo de Ángel
Galindo; la educación en valores, por Gustavo Villapalos; el arte y la fe, por
Mª Dolores Fraga, o la misión de la mujer en el mundo actual, por Claire Marie
Stubbemann. Queremos subrayar dos textos, el que abre este bloque y el que lo
cierra, por parecer ambos resúmenes de este volumen. El Cardenal Špidlik
interviene entorno a la oración en la
vida cristiana. Afirma que Cristo sólo puede entrar en la persona por medio
de la oración, pero esta no puede tener el sentido platónico de “visión”, sino
que debe ser “un diálogo con el Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo”
(294). Al ser el hombre una relación, sólo el diálogo profundo que implica la
filiación puede hacer al hombre semejante a Dios y esto se consigue por la
oración. Por su parte, el actual Cardenal Cañizares, aporta un texto
conclusivo: Ser cristiano hoy en Europa.
Actuales desafíos. Según el Cardenal, vivimos en una situación de luces y
sombras. Si bien es cierto que hay graves dificultades, como la pretensión de
vivir de espaldas a Dios o la pérdida de la herencia cristiana, también hay
grandes signos de esperanza, como “el constituido por los numerosos testigos de
la fe cristiana que ha habido en el último siglo” (404).
De nuevo vuelve a acertar el Instituto Teológico
Compostelano con sus Jornadas de Teología y con los ponentes a los que invita.
Estamos en momentos difíciles para la transmisión de la fe y era necesario
planteárselo a nivel teológico desde los distintos ámbitos del pensar
cristiano. El presente volumen es una muestra del buen hacer de un centro de
estudios que aumenta día a día su prestigio y su servicio a la Iglesia.
Bernardo Pérez Andreo
No hay comentarios:
Publicar un comentario