Rubens, Pedro, Discerner
la foi dans des contextes religieux ambigus. Enjeux d’une théologie du croire, Les Éditions du Cerf, Paris 2004, 538 pp,
13,5 x 21,5 cm ( Carthaginensia 47 (2007) 242-243) .
El actual rector de la Universidad Católica
de Pernambuco, hace honor a la prestigiosa colección Cogitatio Fidei, precisamente, pensando la fe en este ensayo de una teología del creer. La fe
debe ser constantemente repensada, discernida en aquellos contextos religiosos
en los que se desenvuelve, especialmente en aquellos de mayor ambigüedad social
y humana. Esto es lo que hace el autor en este excelente trabajo de
aproximación a la realidad de la fe brasileña que supone una puesta en práctica
de la teología contextual que está naciendo en este siglo XXI inspirada en la
obra eminente de Waldenfels.
La obra está organizada en tres partes bien estructuradas y
compensadas que pretenden recoger el triple movimiento que toda teología
fundamental debe afrontar. En primer lugar hay que mirar directamente el
contexto en el que la fe se tiene que vivir, un contexto extremadamente ambiguo
en el mundo actual y más en la realidad de un país donde el cristianismo ha
tenido muchas influencias y sincretismos. En segundo lugar hay que mirar por el
retrovisor, es decir, ayudarse del pasado teológico para interpretar este
presente vivencial. En este caso se trata de la teología de Paul Tillich, una
teología fronteriza que sabe del diálogo en circunstancias confusas. Por último,
hay que ir a la Escritura ,
a la Palabra
de Dios, para poder dar razón de nuestra esperanza en toda situación, más en
las vagas circunstancias en las que se vive el cristianismo hoy.
Para llevar a cabo este triple movimiento, la obra consta de
tres amplias partes. En la primera se desarrolla el contexto brasileño de fe a
través de tres grupos cristianos que han dado nueva vida al cristianismo en
aquel país. Estos tres grupos diferenciados proponen de manera inconsciente una
nueva matriz del creer (23). En
primer lugar las Comunidades Eclesiales de Base, nacidas al calor de la
teología de la liberación con una clara opción por los pobres, proponen un
nuevo rostro de Iglesia popular y enraizado en las luchas históricas del
pueblo. Su vida misma se identifica como una verdadera eclesiogénesis, una
nueva manera de vivir y ser Iglesia, atenta a la Escritura y a la
dimensión comunitaria de la fe, vivida como una liberación en vistas a la
comunión y la participación con Dios (51). En segundo lugar, la Renovación Carismática
Católica, nacida en el pentecostalismo católico estadounidense y los cursillos de cristiandad, estaba en auge
en los años en los que declinaban las Comunidades Eclesiales de Base. De origen
clerical, tiene una base eminentemente laica. Son un intento de vivir la
experiencia religiosa en perspectiva espiritual y moral, sin los vínculos sociales
y políticos que caracterizaban la coyuntura política brasileña. Su base en los
grupos de oración le dan el signo característico de espiritualismo centrado en
los signos externos del reconocimiento de la presencia del Espíritu: la
glosolalia, la profecía y los milagros. Pero, la verdadera piedra de toque de la
autenticidad de esta presencia es el amor (78). Por último, tenemos el
movimiento pentecostal brasileño. Es el fenómeno religioso más importante de la
escena religiosa brasileña, cuenta con el 15% de su población y nace de una
mezcla de elementos autóctonos y exógenos: catolicismo popular, pentecostalismo
americano, movimientos de santificación y pietismo romántico. Su adscripción es
protestante y su idiosincrasia difusa; no posee formas nítidas de organización
institucional, lo que le hace aparecer como una experiencia mística y en
ocasiones sectaria.
La segunda parte, Pensar
con Paul Tillich, se lleva la parte del león (138-324). Se trata de recoger
las aportaciones de la teología de la cultura de este teólogo alemán de
frontera, frontera en tres ámbitos, el temporal: vivió entre dos siglos, el XIX
y el XX; el físico: vivió entre dos continentes, Europa y América; el
intelectual: vivió entre dos disciplinas, filosofía y teología. Precisamente
como Rubens. Desde esta posición de frontera, entre dos mundos, realiza Tillich su método de correlación. Con él pretende establecer una nueva
relación entre la religión y la cultura, siendo aquella la dimensión de
profundidad de ésta y la frontera entre ellas «el mejor lugar para procurar el conocimiento» (147). En relación
absoluta con el proyecto del teólogo alemán, Rubens analiza las grandes líneas
de su obra para marcar los tres ejes mayores de su pensamiento: «las
demarcaciones entre fe y religión, en vista de una interpretación del
cristianismo; las que hay entre ontología y existencialismo, en vista de un
estatuto epistemológico de la teología; en fin, las que hay entre situación
cultural y kerigma cristiano, en vista del proyecto de una teología apologética,
es decir, de una “teología que responde” a una situación contextual» (148).
Pensar con Tillich significa negar una oposición simple entre fe y religión o
entre cristianismo y cultura, pero, para aplicar a la situación concreta de
Brasil, Rubens apuesta en pensar más allá
de Tillich (322), con el fin de establecer, en la tercera parte, Itinerarios Cruzados, el estatuto
hermenéutico del creer.
Este estatuto hermenéutico del creer cristiano tiene su
fundamento en la diferencia cristiana.
El cristianismo no se basa en una realidad abstracta que dice al hombre cómo
debe comportarse sino en una realidad muy concreta: Jesucristo, el hombre que
ha manifestado plenamente a Dios, el hombre en el que Dios se ha entregado
(427). Por tanto, el cristianismo se define como una manera singular de habitar
el mundo y de vivir enteramente desde Dios. Se consigue establecer la teología
fundamental como una epistemología del acto
de creer a partir de la hermenéutica de la diferencia cristiana. El acto de creer es la encarnación de la
palabra de Dios para cada hombre en cada lugar concreto, es la respuesta
adecuada a la revelación concreta de Dios en el contexto del ser humano. Se
necesita una fidelidad creadora que establezca una relectura de los textos
sagrados en los contextos mundanos y permita la correlación entre el acto de Cristo y el acto de creer de los cristianos. De esta manera, el acto de creer
cumple lo que falta a la carne de Cristo (442). En el contexto brasileño, los
nuevos movimientos cristianos «inscriben el acto de creer en una dinámica de
cumplimiento, no sin arrastra conflictos de interpretación» (448). El acto de creer muestra una triple novedad
propia del cristianismo: la novedad de un acontecimiento, la de un cumplimiento
y la de un discernimiento (509), de esta manera, «el creer mismo es una
revelación en el corazón de lo vivido» (514), quedando unidas Fe y Revelación
en un solo acto: el acto de creer.
Por lo demás, la obra cuenta con una copiosa y apropiada
bibliografía y un extenso aparato crítico que aumenta, si cabe, su valía.
Estamos convencidos que es de esas obras que, entre dos mundos, abren caminos para la reflexión teológica del
tercer milenio.
Bernardo Pérez Andreo
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