Pikaza, Xabier, Historia
de Jesús, Verbo divino, Estella 2013, 671 pp, 15,5 x 23,5 cm.
Pretensión para unos, riesgo para otros, hacer una historia de Jesús sigue siendo, a pesar
de las últimas investigaciones sobre Jesús, algo problemático en sí mismo. Los
más puristas entre los científicos niegan que se pueda hacer una verdadera
historia sobre un personaje del que tenemos textos que en su mayoría son
confesiones de fe, confesiones de parte, diríamos. Por otro lado, los más
tradicionalistas entre los teólogos han sucumbido al peligro de Bultman:
considerar irrelevante los hechos históricos, bastando a la fe con la
constatación del nacimiento, la muerte y la resurrección. Con esos simples
datos puede sostenerse la fe nacida de los siete primeros concilios ecuménicos
y que el Magisterio eclesial salvaguarda como precioso depósito sagrado que lía
en pesados fardos dogmáticos para que los creyentes futuros tengan seguridad
plena de cuál es el conjunto de datos a confesar.
Pero a Xabier Pikaza no le asusta ni la Escila cientifista
ni la Caribdis dogmática, cual Ulises de la teología, Pikaza, es capaz de
navegar en las procelosas aguas de la investigación del Jesús histórico, aguas
cargadas de obstáculos ocultos que pueden hacer naufragar cualquier navegante
poco avisado. No se detiene en los muchos, y a veces infructuosos, debates
particulares; los conoce bien y sobrevuela sus resultados, aportando una visión
de conjunto que avanza hacia la unidad de la temática expuesta. Esquiva las
ocultas rocas que apenas asoman en medio del océano de la bibliografía, sin
varar su nave ni en los estimulantes, aunque estériles, juegos de colores del Jesus Seminar, ni en las nuevas formas
de neodogmatismo cristológico que se ocultan tras las más brillantes plumas del
mundo anglosajón. Con mano firme dirige la nave hacia el puerto seguro de la
formulación histórica de la fe. No es la obra de un mero científico, porque la
fe está presente en cada línea, pero tampoco es la obra de un mero creyente,
pues la ciencia mantiene firme el resultado final. La historia de Jesús es la obra definitiva tras muchos años de
investigaciones sobre Jesús.
No es una obra difícil de leer, pues la hábil mano del autor
ha sabido diferenciar dentro de la misma obra tres niveles de lectura, de modo
que todo lector pueda aprovechar al máximo su lectura. En un primer nivel, el
texto corrido del libro, el lector puede acceder a una lectura lineal,
sencilla, fluida, llena de matices, pero pegada tanto al texto bíblico como a
los acontecimientos históricos. Es un nivel de lectura que agradecen tanto los
legos en la materia como los expertos. Los primeros porque el aparato crítico y
los debates entre expertos pueden hacerles perder el hilo de la obra, a los
segundos porque ese debate puede serles de utilidad en un segundo plano. De ahí
que el segundo nivel de lectura esté compuesto por unos esquemas en letra
pequeña y marcados con una barra lateral. Se trata de recopilaciones y
ampliaciones del tema principal. Es un nivel imprescindible en una obra de la
altura de esta, pero prescindible para un lector menos exigente. Al final
encontramos el tercer nivel, compuesto por las notas al final de cada capítulo,
para no impedir la lectura fluida, y que aportan jugosas disgresiones,
ampliaciones, intensificaciones, debates y críticas que hacen las delicias de
los expertos en el tema, es más, habrá quien lea primero el aparato crítico
junto con la ingente, exhaustiva y ordenada bibliografía, bien estructurada en
torno a las temáticas correspondientes y con algunas indicaciones interesantes
sobre las principales obras sobre Jesús de los últimos años.
Además de los distintos niveles de lectura y de la unión
entre ciencia y fe en la obra de Pikaza, también nos encontramos con la
perspectiva que unifica lo que se ha denominado como tercera búsqueda: el énfasis en los aspectos históricos, sociales y
económicos. Tras la recuperación del Jesús judío, era necesario recuperar al
Jesús campesino, radical y alternativo al orden imperial romano y al orden
religioso del Templo. Sin este énfasis se perdería la clave explicativa del
proyecto de Jesús. Pikaza afirma que “quiere escribir desde abajo, desde su
proyecto mesiánico, situándolo dentro de la trama de intereses politicosociales
(económicos) de su entorno, a los que él quiso oponerse, y por lo que fue
condenado a muerte” (p. 13). Desde esta perspectiva, desde abajo, se puede
luego entender la proyección hacia arriba de Jesús, su divinidad nacida de su
humanidad. Por eso, la obra propone a Jesús como un nazoreo mesiánico, un judío
vinculado al recuerdo de David comprometido con la causa de Dios, lo que es lo
mismo que decir, comprometido con la justicia, los pobres y los excluidos. Este
nazoreo vivió en un momento histórico y un lugar en el que se concentraron
todas las expectativas mesiánicas del pueblo y de la humanidad entera. El
pueblo judío, concretamente en Galilea, vivía la explotación del mayor imperio
de la historia, pero lo padecía por mano de intermediarios que multiplicaban el
sufrimiento. Es aquí donde el proyecto de Jesús cobra vida y a cuya luz debe
ser expuesto para ser comprendido. Desde ahí, desde ese universal concreto que
es la vida y obra de Jesús, puede leerse la historia de toda la humanidad en
clave de liberación del sufrimiento, la explotación y la injusticia.
Para contarnos esta historia, esta historia con sentido
universal, Pikaza nos propone seis pasos, seis partes que coinciden con una
aproximada división de los evangelios, especialmente el de Marcos. Hay que
decir aquí que no viene mal tener a mano la ingente obra del autor sobre el
evangelio de Mateo, una lectura seguida del evangelio más usado en el
cristianismo. Pero las seis partes coinciden más con el proyecto Marcano, un
proyecto que nos presenta al hijo del hombre, a Jesús el Mesías. La primera
parte, En el principio. Origen del
evangelio de Jesús, Juan Bautista, narra la historia de un hombre que vivió
en Nazaret en un tiempo de crisis y se comprometió con la causa de su pueblo.
Se vinculó con un profeta de aquel tiempo, Juan el Bautista, y comenzó su
propio camino tras el arresto del maestro, anunciando el Reino de Dios en
Galilea, donde había vivido como artesano y de donde salió para extender su
proyecto. Este proyecto se analiza en la segunda parte: Empezó en Galilea: el comienzo del Reino. Jesús se entiende a sí
mismo como profeta sanador y exorcista, enfrentándose a los poderes del Diablo,
sanando y liberando y ofreciendo humanidad a los posesos. Percibió que había
llegado el momento y que la lucha no sería militar, sino humana, pero
enfrentada al poder de Satanás, al poder de Roma. El dios de los poderosos,
Mamón, es el causante de tantas injusticias económicas que sumen a la gente en
la depresión y el sufrimiento moral. La propuesta de Dios es que los hombres
vivan como hermanos y eso implica cumplir con la Estrategia mesiánica, un proyecto del Reino, la tercera parte. La
estrategia es fundar un grupo, el grupo del Reino, que pueda unificar a todo
Israrel. Se trata de una nueva familia en la que están los pobres y excluidos
sociales, religiosos y económicos y a la que pertenecen por derecho los
excluidos, pero a la que están invitados los opresores, si abandonan su
posición y acogen a sus hermanos.
Puesto el proyecto, entramos en la cuarta parte: Camino de Jeruselén, ¡Tú eres el Cristo!
Jesús no se quedó en el activismo, llegado el momento decidió que había que
culminar el proyecto subiendo a Jerusalén, donde se decidiría definitivamente
su propuesta. En Jerusalén se unirán su vida y su obra con la obra de Dios. La
quinta parte, Jerusalén: La próxima copa
en el Reino, nos muestra a Jesús rodeado de los suyos en la ciudad santa
ofreciendo como único signo su vida ofrecida al servicio de los pobres,
entrando en paz y con paz en Jerusalén. Pero los poderes no aceptaron su
propuesta y se confabularon contra él. Él cenó con sus discípulos y fue al
Monte de los Olivos a esperar la venida de Dios, había prometido que la próxima
copa la tomaría en el Reino. Así llegamos a la culminación, la sexta y última
parte de la obra, siguiendo el trazado Marcano: IRNI. Jesús nazoreo, rey de los judíos. Jesús vivió como enviado y
confió su vida por completo en Dios. Los poderes se confabularon contra él y lo
ejecutaron. Sintió la profunda soledad del abandono. Fracasó en un sentido
mesiánico, pero ese fracaso pudo ser interpretado como el verdadero triunfo de
Dios, es el inicio del camino de la Iglesia.
Como el mismo autor deja caer en la introducción de la obra,
ahora sería necesario escribir la continuación de la misma sobre los comienzos
del cristianismo, tal como han hecho otros autores. Esperamos de la diestra
pluma de Xabier Pikaza esa segunda parte a esta obra que leeremos con tanta
fruición y aprovechamiento como esta.
Bernardo Pérez Andreo
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