Pring-Mill, Robert D. F., Il
microcosmo lulliano, Traduzione di
Francesco Treccia, A cura di Sara Muzzi, Pontificio Ateneo Antonianum, Edizioni
Antonianum, Roma 2007, 180 pp, 17 x 24 cm (Carthaginensia 50 (2010) 451-452).
El presente volumen es una traducción al italiano de la obra
de Pring-Mill, especialista en el pensamiento de Ramón Llull, El microcosmos lul.lià. Esta obra se
publicó originalmente en catalán en 1961 en Palma de Mallorca y representa el
intento de poner el pensamiento luliano en el candelero de la reflexión sobre
uno de los representantes más importantes pero menos conocidos del pensamiento
que abre camino desde la Edad Media hasta la Moderna. Ramón Llull puede ser
considerado como un verdadero visionario que aspiraba a unificar la humanidad
en la cristiandad, en parte consolidando la unidad de la Iglesia, en un momento
de divisiones y herejías, pero sobre todo convirtiendo a los no cristianos a la
fe católica. Pero lo que le hace un verdadero moderno, e incluso más que
moderno, es su intento de encontrar un arte
de decir la verdad que fuera más práctico que teórico y que sirva de base para
el arte práctico de la conversión y la salvación.
Pring-Mill se propone exponer sintéticamente el pensamiento
del mallorquín a un público amplio, no sólo a los expertos, de ahí que la obra
no resulte tediosa y difícil, sino muy al contrario, ágil y amena, a pesar de
mantener en todo momento la tensión filosófica y teológica de un pensamiento
profundo y meditado. La obra consta de tres partes, cada una dividida en
capítulos, trece en total. La primera parte Punti
di vista (33-55), consta de tres capítulos en los que se sitúa el
pensamiento luliano en su contexto, tanto el ambiental como el reflexivo, para
así introducir la visión luliana del hombre como microcosmos, idea que da título a la obra completa por ser lo más
nuclear de su pensamiento. Desde aquí, Llull sitúa al hombre como punto de
partida de toda reflexión posible, de esta manera los lugares comunes en el
pensamiento de la época situarían la doctrina cristiana, en especial la concepción
trinitaria de Dios y la Encarnación, como el verdadero contexto de un
pensamiento que tiene en Aristóteles y Platón a los dos verdaderos orígenes de
toda reflexión. El cristianismo sería el verdadero pensamiento que sobrepujaría
tanto al hebreo como al musulmán. Así, desde la misma base del pensamiento
común se llegaría a una apologética no dogmática.
La visión medieval
es el título de la Segunda Parte (59-102). En seis capítulos se expone el común
de la visión medieval del mundo y del hombre. Esta visión está marcada por un
pensamiento de origen neoplatónico y de estructura cristiana que busca la
salvación por medio de la creación. Los núcleos fundamentales de esta visión
serían seis: la naturaleza considerada como una escala donde las criaturas están
graduadas en una estructura jerárquica que guiaría al hombre hasta el creador;
la antigua teoría de los cuatro elementos (aire,
aigua, terra, foc) adaptada a la visión medieval cristiana que representa
los elementos del mundo cambiante sublunar; la esfera celeste como una
representación de las maravillas del creador en el mundo constante supralunar,
integrando la astrología con ciertas observaciones astronómicas; una estructura
numérica del cosmos, reflejo de la medida con la que Dios realizó la creación, en
donde la famosa tetractys griega
tiene el punto culminante; la numerología como medio de conocer los constructos
del universo, especialmente desde el número divino de la trinidad; y, por
último, la relación entre microcosmos y macrocosmos, una relación orgánica que
permite explicar tanto la creación como la salvación.
La Tercera parte (103-137) expone La visión luliana en tres capítulos y un epílogo. Aquí se ve cómo
es que el mallorquín supone el máximo exponente de un pensamiento que ya no es
medieval pero que tampoco es del todo moderno, bien diríamos que es casi
postmoderno. Su base es netamente agustiniana, ante todo por su fijación en la
Trinidad como estructuración de toda la reflexión. Esto le lleva a una visión
del mundo como correlativo: Dios, mundo y criatura se correlacionan, de modo
que todo es ternario y correlativo. Materia, forma y concordancia, nos permiten
comprender el ser de lo creado; obrante, obrado y obrar, explican la acción de
Dios en el mundo; y Dios, criatura y operación, nos permiten comprender el modo
de relación entre todos los elementos. Nos encontramos ante un universo
correlativo e integrado.
El volumen se completa con una miscelánea luliana de
investigaciones publicadas en los últimos veinte años y la interpretación de
las doctrinas de Raimondo Llull. A esto se une una magnífica bibliografía
italiana y una introducción de Michela Pereira que nos sitúa en la contribución
de Pring-Mill a los estudios lulianos.
Bernardo Pérez Andreo
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