viernes, 31 de agosto de 2018

Jesús, Hijo y Hermano.


Martínez Fresneda, Francisco, Jesús, Hijo y Hermano, Editorial Espigas, Murcia 2017, 607 pp, 14,5 x 22,5 cm. 2ª Edición.

La figura de Jesús ha vivido un auge en la cultura contemporánea occidental desde finales de los años sesenta cuando la cultura popular hizo suya una imagen de Jesús cercana, humana. Esto fue consecuencia de la revolución producida en los estudios de la Biblia de inicios del siglo XX que llevó a replantearse la búsqueda histórica de Jesús tras el fracaso de la investigación liberal de finales del XIX. Los discípulos de Bultmann superaron al maestro, lo negaron, propiciando así la conocida como New Quest del Jesús histórico. Esta nueva investigación llegó a conclusiones muy importantes, entre ellas la recuperación de un Jesús verdaderamente humano, lejos de la visión monofisita que había imperado en el cristianismo en los últimos siglos. El Jesús humano es la base de la que partió la conocida como Tercera búsqueda del Jesús histórico. Sus conclusiones nos han mostrado un Jesús judío y marginal, taumaturgo y profeta apocalíptico. Dentro de esta tercera búsqueda tenemos notables investigadores como Crossan, Meier o Dunn, que han dado a luz voluminosas obras sobre el Jesús histórico, pero que adolecían de una interpretación teológica a la par que Schillebeeck o Kasper habían realizado con la segunda búsqueda del Jesús histórico. El profesor Francisco Martínez Fresneda sí nos aporta tanto una investigación histórica como una reflexión teológica acorde con los grandes teólogos de después del Concilio Vaticano II y en consonancia con los resultados de la Tercera búsqueda.

El profesor Martínez Fresneda ofreció su aportación a la investigación sobre el Jesús histórico en su Jesús de Nazaret, publicado en Espigas en 2005. Allí sentó las bases para una aproximación teológica que es la que realiza en la obra que nos ocupa, cuya primera edición es de 2010. Esta segunda edición ha sido mejorada, pero no ampliada. Antes bien, ha supuesto un cierto recorte de algunos temas que habían cogido entidad propia y que pedían salir del libro. Sin embargo, la edición actual es más compacta ceñida a lo teológico, con una orientación franciscana que se refleja en el título: Jesús, Hijo y Hermano. La filiación divina es claramente asumida por todos los teólogos, no así la fraternidad esencial de Jesús, que es la que abre el camino a la Iglesia y a la perspectiva universal de Jesús y del cristianismo. La raíz franciscana de todo el pensamiento del profesor Fresneda se vuelca en este libro esencial para comprender en profundidad el significado de los hechos y dichos de Jesús. No podemos olvidar que los primeros cristianos lucharon desde el comienzo, no por los hechos históricos, sino por la interpretación de los mismos. La pregunta reflejada en el evangelio, ¿en nombre de quién hace esto? Y la respuesta de algunos grupos, los gnósticos, de hacerlo como enviado divino sin compromiso con la carnalidad humana, llevaron a la escritura de los evangelios y a las posteriores formulaciones dogmáticas de la Iglesia, tanto los credos como las disposiciones conciliares. No es de menor importancia, por tanto, cómo interpretamos los dichos y hechos de Jesús, al menos lo es tanto como determinar qué dichos y hechos son históricos.

Los numerosos altares de la modernidad


Berger, Peter L., Los numerosos altares de la modernidad. En busca de un paradigma para la religión en una época pluralista, Sígueme, Salamanca 2017, 254 pp, 14,5 x 21,5 cm.

Resulta admirable que un pensador como Berger conserve la ductilidad mental suficiente como para poder moldear su pensamiento rayando los noventa años de edad, pero así es. En esta obra, el sociólogo de origen austríaco propone un nuevo giro al pensamiento sobre la secularización. Se trata de un giro de su giro anterior de 1999, cuando publicó The Desecularization of de World, obra en la que daba una vuelta completa a su propia teoría de la secularización. Argumentó allí, y con buen criterio, que la teoría de la secularización resultaba empíricamente insostenible, pues las pruebas demostraban que las religiones, lejos de disminuir en la modernidad, aumentaban. Salvo en casos específicos asociados con la historia europea, en el resto del mundo, incluido Estados Unidos, las religiones aumentaban sus files y la influencia de la religión se hacía cada vez más patente. Lejos de suponer una reducción de la religión y de las religiones, la modernidad ha sido el verdadero auge de las mismas. Sin embargo, debía tener presente Berger algo que Luckmann había puesto de manifiesto: que en el proceso moderno de secularización la Transcendencia, con mayúscula, disminuye, mientras que las transcendencias menores, aumentan. Esta paradoja se debe a una realidad inscrita en el ser humano, a un constructo antropológico de primera clase: los seres humanos necesitamos de algún nivel de transcendencia y esto no puede ser eliminado por ningún proceso de secularización. Los procesos secularizadores de la modernidad no han llegado hasta el punto de eliminar las religiones, lo que han hecho es reformularlas. Esta es la nueva propuesta de Berger.

El giro que Berger da en esta obra es fundamental para comprender cabalmente los procesos modernos globalizadores. No se trata de negar la secularización, se trata de recuperar los elementos que él mismo había dejado de lado cuando propuso su desecularización. Lo que pretende es encontrar el paradigma que explique cabalmente los tiempos modernos, que son seculares, pero que muestran un auge de la religión. Cómo explicar esto. Pues mediante una teoría del pluralismo que sustituya a la teoría de la secularización. A esto se aplica en los tres primeros capítulos de la obra. Lo primero es plantear el despliegue del dinamismo pluralista. En las sociedades urbanas se produce una transformación de la condición humana que lleva al núcleo mismo de la modernidad, pues se pasa de la propia percepción, religiosa,  étnica o cultural, más como una opción que como un destino. Esto desemboca en el pluralismo, definido como una situación social en la que personas de diversas procedencias étnicas conviven de forma pacífica e incluso amistosa. En esta situación se produce un proceso de contaminación cognitiva que tiene el efecto de relativizar las posiciones de cada una de las partes. Esta relativización se produce en un doble nivel: se relativizan las religiones y se relativiza la propia perspectiva secular. Todo se vive en relación a otros modelos y formas de pensar, lo cual puede degenerar en dos situaciones que pretenden calmar la inquietud de los seres humanos. Una es el fundamentalismo y la otra el relativismo, ambas son un intento por evitar el pluralismo. El fundamentalismo pretende acabar con la inquietud restaurando certezas amenazadas, el relativismo acaba con la inquietud negando la mayor: no hay ninguna certeza. Tanto uno como otro hacen que el problema sea insoluble. El fundamentalismo balcaniza; el relativismo socava el consenso imprescindible para la existencia de una sociedad.

jueves, 9 de marzo de 2017

El pecado original

Maldamé, Jean-Michel, El pecado original. Fe cristiana, mito y metafísica, San Estaban, Salamanca 2014, 15 x 21 cm.

La cuestión del pecado original es la más espinosa que aún hoy tenemos en la teología, especialmente la católica. Los datos científicos parecen contradecir uno de los dogmas troncales de nuestra fe. Cuando la ciencia nos enseña que no hay ningún momento en el proceso de hominización que podamos mostrar como paradisíaco, un estado desde el que el hombre pudo ‘caer’, el dogma del pecado original parece perder consistencia a ojos del hombre moderno. Es, probablemente, la cuestión peor entendida por la mentalidad científica, quizás porque durante mucho tiempo nos empeñamos en que el tema del pecado original tenía que ver con la historia de la humanidad y con los datos constatables. Bien sabemos que no es así y que muchas de las críticas que se hacen a la Iglesia por este asunto son infundadas. Pero, es necesario demostrarlo y, de paso, mostrar que el creer común de muchos cristianos también está equivocado, probablemente por cierta insistencia en lo histórico por parte del magisterio en algunas ocasiones.

Este trabajo de Maldamé viene a colmar el vacío que existe entre la ciencia y el dogma, mostrando la realidad que hay detrás de un dogma mal entendido y, a veces, peor expuesto ante el pueblo. La intención de toda la obra no es otra que explicar para el mundo actual el valor de este dogma, sus límites y su virtualidad para explicar uno de los mayores problemas del hombre en cualquier tiempo: explicar el origen del mal. Porque se trata de eso cuando hablamos del pecado original, del origen del mal. Para llevar a cabo su tarea, Maldamé divide la obra en tres partes, que a su vez se compone de quince capítulos y una conclusión. En la primera parte aborda los Fundamentos de la doctrina del pecado original, por eso va al origen de la temática: San Agustín. Sí, fue la genialidad del de Hipona la que inventó lo del pecado original. En la Biblia no se encuentra y antes de él ninguno de los Santos Padres, menos en Oriente donde hasta el día de hoy no saben nada del asunto, lo cita como tal. En el Génesis y en San Pablo tenemos tematizado el pecado de Adán y el pecado del mundo, pero no el pecado original.

Para Agustín, que venía del dualismo maniqueo que afirma la existencia de un principio para explicar el origen del mal, existe un pecado que es fruto de la libertad de Adán, pero que se extiende por propagación a toda la raza humana. Es decir, es hereditario. Esto, en sí mismo, es causa de muchos problemas porque Dios estaría castigando en los hijos el pecado del padre y eso no parece que se relacione bien con la justicia. Pero, Agustín entiende que el hombre obra el mal que no quiere porque éste forma parte de su naturaleza tras la caída de Adán. De ahí que sea necesario bautizar a los niños recién nacidos para remediar este pecado original, restaurando la naturaleza caída. Se tiene constancia de bautismo de niños en el siglo II y III, pero para incorporarlos cuanto antes a la comunión de los santos, no para restaurar la naturaleza dañada. La perspectiva de Agustín pasó a la Iglesia de Occidente como una posición bien definida tras la crisis pelagiana y la dogmatización de la postura agustiniana. Pelagio defendía que el pecado es un acto de la libertad y que la libertad es real, de ahí que todo hombre nazca en el mismo estado de inocencia y de integridad que Adán. Ante esto, Agustín extrema su posición: la naturaleza humana está pervertida por el pecado de Adán, un pecado que se transmite por la procreación, por el desorden de los sentidos que produce el acto sexual. Las posiciones se tensan entre los seguidores de Pelagio y Agustín. Mientras para aquellos el uso de la concupiscencia natural en su medida es usar bien de un bien, para Agustín, ese uso es, como mucho, un buen uso de un mal. He aquí el quicio de la cuestión del pecado original a lo largo de la historia: que la Iglesia lo ha explicado, y así se ha extendido, como una perversión inherente a la naturaleza humana que se transmite por vía sexual. La identificación entre sexo y pecado, de origen gnóstico, es la clave para la mala comprensión de este dogma.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Naturaleza y Gracia

De Lubac, Henri, Pequeña catequesis sobre naturaleza y gracia, Fundación Maior, Madrid 2014, 214 pp, 14 x 21 cm.

“La idea de una sobrenaturaleza añadida a la naturaleza es occidental: es fruto de esa enfermedad de análisis y separación que es la enfermedad de Occidente”, con estas palabras que el Cardenal De Lubac toma del Padre Congar, podemos comprender lo mal entendidas que han sido las dos instancias que centran este pequeño libro, pequeña catequesis le llama el autor: por un lado la naturaleza y por el otro lo sobrenatural, la gracia. En ningún lugar de la Escritura o de los Santos Padres encontraremos una referencia a la sobrenaturaleza como algo que se añade extrínsecamente a la naturaleza y que sería de una realidad totalmente distinta. Esta visión dualista es más propia del pensamiento occidental marcado por el neoplatonismo gnostizante y por el positivismo materialista que no es capaz de alcanzar más allá de donde dan los datos. La visión cristiana de la naturaleza y de la gracia tiene una dimensión de profundidad que De Lubac quiere recuperar para el pensamiento teológico, a propuesta del secretario de la Comisión Teológica Internacional, que es el motivo de haber escrito este opúsculo sobre tan interesante tema.

La gracia, siguiendo a Santo Tomás, es creada en el alma, no es una naturaleza exterior o superior, superpuesta a la naturaleza humana, como un revestimiento, sino que es una cualidad infundida en el alma que la adapta, en cuanto alma, a vivir la vida de Dios. Blondel dirá que lo sobrenatural es una adopción, una asimilación, una transformación que asegura los dos elementos en el hombre, lo humano y lo divino, sin mezclarlos, pero sin separarlos. Por eso, Teilhard de Chardin lo expresa como un fermento que llega a transformar la naturaleza. Se ve con toda claridad que el Cardenal De Lubac no entiende ni la naturaleza ni la gracia al modo que se ha extendido entre el vulgo cristiano y entre los científicos y filósofos modernos. Naturaleza y gracia aseguran la perfecta realidad del hombre. En la naturaleza resplandece la libertad y la cultura, en la gracia el espíritu y la plenitud de lo humano. Ambas realidades se necesitan para completar la verdad última del hombre, pero se necesitan como ‘naturalmente’. Esto elimina los resabios gnósticos que aún quedan infectando el cristianismo y que se mantienen operativos en las sociedades modernas.

domingo, 30 de agosto de 2015

Jesús de Nazaret: el hombre de las cien caras.

Piñero, Antonio, Jesús de Nazaret. El hombre de las cien caras. Textos canónicos y apócrifos, Edaf, Madrid 2012, 348 pp, 15 x 23 cm.

Este libro de Antonio Piñero expone, a través de un millar de textos sobre Jesús, la tesis básica que el autor ha defendido en muchos de sus libros, a saber, que el cristianismo es el producto de la reflexión teológica de los discípulos de Jesús después de su muerte, que el cristianismo es repensar y reinterpretar a Jesús a la luz de la creencia firme de que ha resucitado y de que está presente entre sus fieles. Esa reflexión o reinterpretación se logra no solo pensando en su vida en sí, sino también apoyándose en la palabra viva de Dios, las Escrituras. Los cristianos estaban también convencidos de que esa palabra había predicho de antemano todo lo que sucedería con Jesús en su calidad de mesías de Israel, llegado en la plenitud de los tiempos.

En la presente obra, el autor nos ofrece una cantidad ingente de dichos sobre Jesús, provenientes de múltiples tradiciones, canónicas o no, y que conforman una especie de collages sobre el concepto que en los primeros tiempos se tuvo de Jesús. Lo que ha hecho el autor es dar coherencia temática a los textos, reuniéndolos en torno a temas concretos. Poco le importa al autor la procedencia, lo único que tiene presente al escoger los textos es la veracidad histórica del texto, no tanto su carácter canónico. Así va tejiendo una especie de nuevo diatesaron, pero incluyendo no solo los textos evangélicos canónicos, sino todo el material que al respecto de un determinado tema pueda encontrar. Como ejemplo sirva el capítulo primero, denominado Encarnación. Como Jesús es Hijo de Dios. En este capítulo se hilvanan textos procedentes tanto de los evangelios canónicos, los Hechos de los apóstoles o las cartas de Pablo, como de textos apócrifos como el Evangelio de la Infancia o los Hechos de Tomás, así como textos procedentes de la tradición como Hipólito de Roma o Justin Martir. Este mismo tenor se sigue en el resto de los trece capítulos de que consta la obra. Su lectura continua, en la que se trufan todos los textos disponible en torno a la temática concreta, nos da la sensación de un cierto (¿sano?) relativismo en lo que hace a las fuentes utilizadas, pero fundamentalmente sobre el mismo personaje sobre el que versan los textos: Jesús de Nazaret.

Resulta imposible hacerse una idea suficientemente clara de lo que supuso Jesús de Nazaret con este método de presentación, aunque es cierto que para ello ya hay otras obras, pero no ayuda a la comprensión del personaje. Romper la estructura de los textos de procedencia y volverlos a unir según un criterio extemporáneo, externo y hasta espurio, bien podría parecer una descontextualización que impidiera, antes que permitiera, el acceso a un Jesús liberado de las cadenas de la canonicidad. Algo de esto recela el autor cuando él mismo aduce que “la presente colección/selección de textos permite al lector adquirir una mentalidad un tanto relativista respecto a la herencia de la Antigüedad sobre los hombres importantes, famosos, o trascendentes para la humanidad” (348). Esa mentalidad relativista, como dice el autor, antes que ayudar al lector, a menos que esté avisado de los pormenores de la crítica y de esos los hay escasos, solo puede ayudar a confundir. Ahora bien, el conjunto de textos así dispuestos sí tiene validez para aquellos que tengan un claro conocimiento de la situación de la investigación en la materia, pues ayuda a ver las relaciones que existen entre la tradición canónica y la extracanónica sobre un tema concreto, sea este el de la resurrección, sea la crítica al poder o sea la misma encarnación del Hijo de Dios.

lunes, 3 de agosto de 2015

Ciudadano Jesús

Piñero, Antonio, Ciudadano Jesús. Las respuestas a todas las preguntas, Atanor, Madrid 2012, 343 pp, 15 x 23 cm.

Estamos ante una obra que puede y debe tener un largo recorrido editorial, especialmente en el ámbito del mundo no especializado en la investigación sobre Jesús. Antonio Piñero ha puesto todo su saber, acumulado a lo largo de muchos años de investigación y docencia, a disposición de todos los que quieran responderse a las preguntas fundamentales sobre Jesús, su vida, su obra, sus intenciones, sus relaciones personales y grupales y sus proyectos. El título es ampuloso, pero no defrauda al lector, aporta lo que promete: las respuestas a todas las preguntas sobre Jesús de Nazaret. Está escrito con un estilo sencillo y directo, recordando el modo de los catecismos antiguos, mediante preguntas retóricas que eran contestadas puntualmente, lo que permite tanto la búsqueda de las mismas en la obra como su hipotético aprendizaje por parte de un grupo de discípulos interesados en el tema. Incluso el especialista puede obtener un enorme beneficio con la obra, pues la sistematización de la misma es de gran ayuda a la hora de encontrar aquellos elementos que más le interese. Es, por tanto, una obra de divulgación y también de estudio sobre Jesús.

La obra está organizada en 16 capítulos, cada uno de ellos subdividido en las preguntas correspondientes convenientemente contestadas. El completo índice permite la búsqueda de cualquiera de las cientos de preguntas contestadas por el autor, pero la lectura continua del índice puede servir como una especie de presentación tética del pensamiento del autor sobre Jesús. Así, la serie de 16 capítulos comienzan, precisamente por los comienzos de la historia de Jesús para plantear las cuestiones introductorias de la investigación sobre Jesús: cómo sabemos que existió realmente, qué grado de fiabilidad tienen los evangelios, cuáles son las fuentes para la investigación…, así hasta los criterios de historicidad. Acabada este capítulo introductorio, se siguen en el orden en que están los temas en los evangelios los otros 15 capítulos: nacimiento, familia y formación, Jesús y Juan Bautista, la predicación de Jesús, sus discípulos, la religión de Jesús, su mensaje sobre la ley y el Reino de Dios, las parábolas, la ética predicada, la fundación de la Iglesia, la personalidad de Jesús, los últimos días, descendimiento y sepultura, la tumba vacía y la resurrección.

¿Caritas in veritate?

Martínez Hernández, Mª Carmen, “Caritas in veritate” y el compromiso por el trabajo y el desarrollo humano. Diputación de Córdoba, Córdoba 2011, 215 pp, 14 x 24 cm (Carthaginensia 56 (2013) 470-471).

Como es sabido, la primera y única encíclica social del pontificado de Benedicto XVI, nace para conmemorar una de las encíclicas sociales más importantes, Populorum progressio de 1967. Aquella encíclica fue un hito por poner el desarrollo integral humano como clave para la comprensión de la realidad social y económica de la humanidad. Si la economía se justifica es porque es capaz de producir desarrollo de los hombres y desarrollo del hombre, de todos los hombres y de todo el hombre. Al cumplirse los cuarenta años de su publicación, imitando así el gesto de Quadragessimo anno con Rerum novarum, el Papa quería tener la oportunidad de poner al día aquel magnífico pensamiento incluyendo cuestiones que entonces apenas apuntaban y que hoy son de candente actualidad: la ecología, la superpoblación, el desarrollo biogenético, etc. Pero resultó que estalló la mayor crisis del capitalismo desde 1929 en 2007 y la encíclica hubo de ser pospuesta. Quizás por no esperar más, se publicó en 2009, en medio de la más grave de las crisis económica, social y humana que se recuerda en Occidente.

La obra de Martínez Hernández intenta recuperar esa valía que sin duda tiene la encíclica: plantear una crítica profunda mediante una visión conjunta del modelo de desarrollo dominante para corregirlo de forma concertada y a largo plazo. Según ella misma indica, el documento pontificio recoge la postura del Papa ante la crisis, sus repercusiones sobre los más desfavorecidos del planeta y ratifica el compromiso con quienes padecen los efectos de la crisis.
La obra se centra en el estudio de Caritas in veritate desde la dimensión del desarrollo humano integral. Por eso realiza una introducción a la lectura de la encíclica desde sus mismos presupuestos y desde el compromiso de la Iglesia con la situación de los hombres de hoy. El motor de la reflexión es la búsqueda de la verdad en el amor, porque la verdad sin amor, es decir, sin la concreción en el día a día, o el amor sin la verdad, sin las bases que dan sustento a un proyecto humano de largo plazo, dejarían al hombre abandonado a los proyectos distópicos que lo han atrapado a lo largo del cruento siglo XX. La propuesta que enmarca las relaciones sociales es la civilización del amor, imagen del proyecto trinitario para el mundo. Dios se da a los hombres por medio de su Hijo y en Él reciben la salvación plena. La encarnación es la concreción más visible de ese proyecto de amor de Dios para los hombres.

martes, 19 de mayo de 2015

Fe y hechos en la historia de Jesús

Thiede, Carsten Peter, Jesus. La fede. I fatti. Messaggero Editrice, Padova 2009, 191 pp, 16 x 23,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 255-257).

Aunque la traducción de esta obra a la lengua de Dante es reciente, el original tedesco cuenta ya con diez años de antigüedad, antigüedad que se deja sentir con fuerza en un ámbito de estudios tan sensible a los progresos de los descubrimientos arqueológicos como es la investigación sobre Jesús, especialmente el Jesús histórico. Thiede hace gala en la obra de sus profundos conocimientos como historiador y papirólogo, apostando todo a la validez de unos pequeños restos de papiros encontrados en Qumram, específicamente el 7Q5, que contendría algún trazo del Evangelio de Marcos. Puesto que la cueva donde se encontró está datada del 40-50 d.C, el texto de Marcos sería anterior a la destrucción del 70, con toda probabilidad, indica Thiede, lo cual nos llevaría a que el apocalipsis marcano no sería una retroproyección de la comunidad pospascual sino un verdadero anuncio de acontecimientos futuros. Con este argumento y algunos más, el autor se enfrenta a toda la crítica histórica de los evangelios y a todos los investigadores sobre el Jesús histórico, apostando a que, como indica el subtítulo de la obra, en Jesús, los datos de la fe y los hechos coinciden punto por punto.

Para reafirmar este posición previa, este pre-juicio, el autor confronta algunos de los datos más significativos de los evangelios con la epigrafía y los descubrimientos arqueológicos a los que ha tenido acceso. Sin atender a varios de los criterios de historicidad que forman parte del consenso actual de la investigación, como el de datación múltiple, adoptando una sola fuente como válida para certificar un dato, véase la huida a Egipto o el nacimiento en Belén, Thiede se aventura a proponer que toda la narración mateana de la infancia de Jesús es de carácter histórico. La prueba la encuentra en un descubrimiento arqueológico en Ascalón, al norte de la franja de Gaza. Allí se habría encontrado un osario con muchos restos de nños pequeños, que habrían muerto con meses de edad. Este descubrimiento datado en los inicios del siglo I de nuestra era podría estar en relación con la muerte de los inocentes que nos relata Mateo que efectuó Herodes. Dado que Jesús hubo de nacer en el año 7 a.C, en invierno afina más el autor, los datos podrían concordar. No afirma que ese osario corresponda a la matanza de niños por Herodes, pero el hecho de que se encuentre puede dar verosimilitud al relato evangélico. En todo caso, nos dice Thiede, un ser tan macabro como Herodes era capaz de eso y mucho más, y puesto que era capaz, el relato es verosímil (sic).

martes, 5 de mayo de 2015

La fundación de una religión universal

Berger, Klaus, Los primeros cristianos. Sal Terrae, Santander 2011, 374 pp, 16 x 23,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 260-262).

El volumen que publicó Berger en su original alemán en 2008 es más comprensible si se respeta el subtítulo, perdido en el edición española. Los primeros cristianos, así sin más precisión, puede inducir a error, puede llevar a pensar que la obra versa sobre aquellos primeros discípulos de Jesús que se extendieron más o menos por Oriente medio hasta llegar a Roma. Pero si precisamos que se trata de cómo aquellos primeros tiempos, años fundacionales, pusieron los pilares para una religión mundial, la cosa se ve con más precisión. El autor pretende analizar los hechos históricos desde los textos cristianos en la perspectiva de la fundación de una religión que llegaría a ser universal a partir de un pequeño grupo reducido de judíos en la Palestina del siglo I, es decir, el salto de una secta a una religión mundial, como lo es hoy.

No es de extrañar, por tanto, que de los diez capítulos de que consta la obra, el primero lleve por título La hora cero. ¿Años fundcionales de una religión mundial? La propuesta estriba en situar los cincuenta años siguientes a la crucifixión de Jesús como los años fundacionales del cristianismo en tanto que religión mundial. Para este propósito se recurrirá a todos los materiales disponibles, en primer lugar los bíblicos, pues, según indica Berger, ha pasado a mejor vida la era de la crítica en la que los textos bíblicos eran, por principio, sospechosos de exponer acontecimientos no históricos o decididamente irreales. Ahora estamos en una época que piensa justo lo contrario: los escritores bíblicos nos cuentan hechos históricos aunque lo hagan con sus propios criterios de historicidad. En este sentido, será muy importante tener presente la epigrafía, los descubrimientos arqueológicos y todas las aportaciones de las diversas ciencias.

Pues bien, tras los primeros seis capítulos llegamos al séptimo, donde se nos exponen las ocho tesis de cómo y por qué llegó el cristianismo a ser una religión universal. Son ocho tesis que el autor demuestra como bases explicativas del éxito de cristianismo, más allá de la facticidad de los hechos comprobados en el Imperio: Constantino y Teodosio principalmente. El cristianismo se convirtió en religión mundial porque en él desemboca todo el caudal de amor de Dios expresado en los profetas y vivido de forma especial por Jesús. Este amor lo vivió la primera comunidad como una misión a los hombres, y esta misión es la que globalizó el cristianismo. Este amor de Dios hasta la misma cruz, lleva a los hombres a la amistad con los cristianos. De ahí que el evangelio llegue primero a los pequeños, pobres, esclavos y mujeres oprimidas de la antigüedad, que se convirtieron a su vez en portadores del mensaje liberador.

domingo, 15 de marzo de 2015

Teología sistemática de Pannenberg

Pannenberg, Wolfhart, Théoligie systématique ***. Traduit sous la direction de Olivier Riaudel et Rémi Chéno, Édition du Cerf, Paris 2013, 947 pp, 13,5 x 21,5 cm.

La tercera y última parte de esta obra de Pannenberg tiene su conclusión en la edición francesa a cargo de Olivier Riaudel, bajo cuya dirección se ha realizado la traducción y edición por parte de Édition du Cerf. Se trata del capítulo dedicado a la Iglesia, conclusión de toda teología sistemática como presentación de la doctrina cristiana. Es el volumen más extenso, casi mil páginas, constituido por una reflexión sobre el Espíritu Santo en tanto que don escatológico que mira al cumplimiento escatológico y la salvación de la existencia cristiana, considerada esta como experiencia individual de salvación y gracia, pero dentro de la vivencia eclesial. Como buen protestante, hace una fusión entre la dimensión comunitaria y la individual de la fe, ambas dimensiones constitutivas de lo que es el núcleo de la fe cristiana, en la perspectiva protestante. La Iglesia y los sacramentos son presentados como signos del cumplimiento de la salvación futura, pues el centro de esta salvación es la participación personal de cada cristiano.

Lejos queda la esperanza protestante en la extensión universal de una libertad fundada en la fe, en un mundo marcado por el cristianismo. Este sueño fue de corta duración y el despertar volvió a situar la fe en su base eclesial, intentando, por supuesto, huir de la hierocracia romana y de las desviaciones que los protestantes denunciaron en la eclesialidad católica. A esto se une el hecho doloroso de las divisiones dentro de la Reforma y de la excesiva pluralidad que llevaba a una ruptura de la comunión cristiana que no podía fundarse ni en la Escritura, ni en la fe en Cristo, ni en la propia necesidad histórica. De ahí que el eje vertebrador de esta obra de Pannenberg sea la cuestión de la realidad de la Iglesia, la eclesiología, junto al de la verdad de la doctrina cristiana. En la cuestión eclesial se juega su veracidad el cristianismo, así lo vio la Iglesia católica en el Concilio Vaticano II y así lo han visto los protestantes tras muchas rupturas. La Iglesia, las iglesias, están llamadas a dar testimonio del Evangelio, este testimonio debe ser vivido en la Liturgia como expresión más nítida de su ser íntimo. La Liturgia y el testimonio cristiano deben estar orientados al Reino, como punto de llegada y meta final de todo el ser cristiano en el mundo, en la historia.

sábado, 3 de enero de 2015

Historia de Jesús

Pikaza, Xabier, Historia de Jesús, Verbo divino, Estella 2013, 671 pp, 15,5 x 23,5 cm.

Pretensión para unos, riesgo para otros, hacer una historia de Jesús sigue siendo, a pesar de las últimas investigaciones sobre Jesús, algo problemático en sí mismo. Los más puristas entre los científicos niegan que se pueda hacer una verdadera historia sobre un personaje del que tenemos textos que en su mayoría son confesiones de fe, confesiones de parte, diríamos. Por otro lado, los más tradicionalistas entre los teólogos han sucumbido al peligro de Bultman: considerar irrelevante los hechos históricos, bastando a la fe con la constatación del nacimiento, la muerte y la resurrección. Con esos simples datos puede sostenerse la fe nacida de los siete primeros concilios ecuménicos y que el Magisterio eclesial salvaguarda como precioso depósito sagrado que lía en pesados fardos dogmáticos para que los creyentes futuros tengan seguridad plena de cuál es el conjunto de datos a confesar.

Pero a Xabier Pikaza no le asusta ni la Escila cientifista ni la Caribdis dogmática, cual Ulises de la teología, Pikaza, es capaz de navegar en las procelosas aguas de la investigación del Jesús histórico, aguas cargadas de obstáculos ocultos que pueden hacer naufragar cualquier navegante poco avisado. No se detiene en los muchos, y a veces infructuosos, debates particulares; los conoce bien y sobrevuela sus resultados, aportando una visión de conjunto que avanza hacia la unidad de la temática expuesta. Esquiva las ocultas rocas que apenas asoman en medio del océano de la bibliografía, sin varar su nave ni en los estimulantes, aunque estériles, juegos de colores del Jesus Seminar, ni en las nuevas formas de neodogmatismo cristológico que se ocultan tras las más brillantes plumas del mundo anglosajón. Con mano firme dirige la nave hacia el puerto seguro de la formulación histórica de la fe. No es la obra de un mero científico, porque la fe está presente en cada línea, pero tampoco es la obra de un mero creyente, pues la ciencia mantiene firme el resultado final. La historia de Jesús es la obra definitiva tras muchos años de investigaciones sobre Jesús.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Absoluto relativo

Lucas Lucas, Ramón, Absoluto relativo. Presupuestos antropológicos del mensaje revelado, B.A.C., Madrid 2011, 145 pp, 13,5 x 20,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 266-268).

Estamos ante una obra cuyo principal mérito es la claridad expositiva, claridad que es deudora de formas de exponer y enseñar que pertenecen a las más acendrada tradición de la teología. El profesor Ramón Lucas atesora una gran experiencia docente en la Universidad Gregoriana, experiencia que se traduce en una sutiliza pedagógica que muestra en todas sus obras; en esta de forma especial. El tema tratado, los presupuestos antropológicos del mensaje revelado, le permite partir de lo más cercano al hombre para abrirse a las esferas más altas de la especulación, sin perder nunca de vista el suelo de la condición humana. El hombre, absoluto relativo, está determinado por su naturaleza, una naturaleza abierta al misterio, pero abierta en tanto que está habitada por ese mismo misterio.

La obra está construida en tres partes y diez capítulos. Cada parte está introducida por un resumen que explica de forma completa el tratado que en ella se incluye. Así, la primera parte nos expone que la naturaleza humana es universal e inmutable en sus contenidos esenciales: todos los seres humanos pertenecen a la misma especie, forman la humanidad, poseen igual dignidad y derechos fundamentales y están llamados a la salvación. Para desarrollar esto, el autor estable tres grados sucesivos en tres capítulos. 1. El mensaje revelado se dirige a todos los hombres. 2. El mensaje revelado se dirige a todo el hombre en unidad de cuerpo y espíritu, y 3. La naturaleza humana es normativa para la vida de la persona: la ley moral natural, universal e inmutable y la situación concreta de la persona. Así, en esta primera parte se sostiene que la existencia de una naturaleza humana universal, inmutable y normativa de los actos humanos es presupuesto de la Revelación de Dios en el hombre, pero no como algo extrínseco, sino como un elemento interior a la propia constitución humana. El mensaje cristiano se propone como un diálogo personal y único de cada hombre con Dios. Este diálogo solo es posible porque en cada ser humano hay algo que lo une a los demás hombres, la naturaleza humana, y que le permite tanto entrar en relación con ellos como con aquel que es responsable de esta misma naturaleza, Dios. Por tanto, la naturaleza humana es ser persona, persona humana, lo que nos lleva a la propuesta central del autor: el hombre, como ser personal, ha sido creado por Dios para entrar en relación con los demás y con Dios mismos. En esta relación se constituye a sí mismo y encuentra los fundamentos de su acción con los demás seres humanos. De ahí que la ética deba fundarse en aquella naturaleza que Dios ha dado al hombre.

lunes, 27 de octubre de 2014

El Dios de Larry Hurtado

Hurtado, Larry W., “Dieu” dans la théologie du Nouveau Testament, Cerf, Paris 2011, 198 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 268-269).

El especialista en cristianismo antiguo, Larry Hurtado, lleva muchos años en su línea de investigación para probar que los títulos aplicados a Jesús en el Nuevo Testamento lo designan propiamente como Dios y que en esos mismos textos ya nos encontramos con una estructura pretrinitaria que reflejan la convicción de los primeros cristianos de que Jesús supuso una innovación respecto a la consideración del Dios del Antiguo Testamento. Contra la mayor parte de la crítica, especialmente contra Dunn, Hurtado defiende que la consideración de Jesús como Dios, nace en los textos neotestamentarios de una manera incipiente pero evidente, si es que nos tomamos la molestia de estudiar esos textos con el rigor que requieren. Para ello hay que prestar atención a cómo se habla de Dios en los textos neotestamentarios, no solo cómo se habla de Jesús. En especial es importante ver la relación de Jesús con Dios y la presencia del Espíritu en esta relación, lo que lleva de forma inevitable a considerar el Nuevo Testamento como los primeros escritos de una evolución que llevará a la constitución de la doctrina trinitaria en el siglo IV. 

En esta obra, Hurtado cree constatar una negligencia muy curiosa y muy significativa, a su entender, en los estudios del Nuevo Testamento: no se ha estudiado de forma sistemática el significado y la presencia de Dios en el Nuevo Testamento. La causa de esto la encuentra Hurtado en varios factores que determinan la exégesis moderna para presentar esa extraña “falta de interés” por Dios. El primero de ellos se debería a un supuesto pronunciado cristocentrismo que estaría en relación al rechazo explícito desarrollado en el siglo XX por la teología metafísica. Este rechazo se remonta a Lutero y tiene como consecuencia, además, el proceso de desmitoligización que se vivió, en especial, tras y con la interpretación existencialista de la religión. Estos factores han convertido los estudios sobre la teología del Nuevo Testamento en estudios cristocéntricos, mostrando una excesiva concentración en Jesús (cristología) en tanto que actor principal de los designios divinos y sobre el plan redentor divino (soteriología), la formación de un pueblo (eclesiología) y el triunfo último de las intenciones redentoras divinas (escatología). Esta concentración cristológica de los estudios del Nuevo Testamento estaría ocultando la absoluta novedad que supone Jesús respecto a la religión judía y al resto de religiones del ambiente romano. La propuesta de Hurtado es que una comprehensión de Dios, desarrollada a la luz de Jesús, implica, a la vez, una plena continuidad con el testimonio del Antiguo Testamento y también un desarrollo ulterior significativo. Hurtado muestra que la primera devoción cristiana sobre Jesús implica una mutación significativa en la devoción a Dios (p. 110).

viernes, 10 de octubre de 2014

Comunismo hermenéutico

Vattimo, Gianni-Zabala, Santiago, Comunismo hermenéutico. De Heidegger a Marx. Traducción de Miguel Salazar, Herder, Barcelona 2012, 280 pp, 14 x 22 cm (Carthaginensia 55 (2013) 277-279).

La última obra de Gianni Vattimo, realizada junto a Santiago Zabala, viene a poner el broche a un retorno del pensamiento del padre del pensiero debole. Si en los ochenta se alejó tanto del comunismo como del cristianismo, en el siglo XXI ha vuelto a ambos y lo ha hecho de la mano de una cierta interpretación, hermeneusis, de los acontecimientos que se han verificado tras el paso arrollador de la barbarie neoliberal. Como dejamos constancia en su momento, el pensamiento débil podía, con  mucha facilidad, ser utilizado como instrumento para lo opuesto para lo que fue expuesto. Aquel pensamiento, en su crítica al realismo metafísico, al pensamiento fuerte, acabó renegando de todo lo que permitiera oprimir el pensar del hombre, de ahí que su padre renegara a la vez de dos tradiciones fuertes en la historia del pensamiento y la lucha: la tradición cristiana y la marxista. Si bien es cierto que nunca las abandonó del todo, lo es también que a finales de la década de los noventa se inicia el giro de retorno hacia estas tradiciones, giro que constatamos en obras como Ecce comu y Después de la cristiandad.

En la presente obra, los autores constatan que al contrario de lo que podría interpretarse de la Tesis 11, no se trata de transformar el mundo pasando de la interpretación a la política, sino al contrario, lo que hay que hacer es dejar de describir el mundo y empezar a interpretarlo correctamente. Sin interpretación no hay transformación. La hermenéutica, de la que huyen aduladores del modelo imperante como Searle, Fukuyama o Kagan, es el verdadero instrumento que cambia la realidad, pero es importante que la transformación de la realidad no se haga desde el mismo realismo metafísico que nos ha traído hasta aquí, eso nos devolvería a la misma realidad de la que queremos escapar. Este fue el problema del comunismo realmente existente, no salía del modelo depredador al que decía oponerse. Lo que se necesita es un comunismo débil, al estilo de los que en Latinoamérica se están imponiendo de la mano de líderes sociales que llegan al poder por medios democráticos homologables en el mundo occidental y establecen políticas de apoyo a los excluidos sociales.

martes, 23 de septiembre de 2014

El sufrimiento del Dios impasible

Gravilyuk, Paul, El sufrimiento del Dios impasible, Sígueme, Salamanca 2012, 248 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 269-271).

La propuesta de Gravilyuk, aunque parece ser novedosa, no es sino la vuelta a la consideración patrística sobre Dios, en un intento por rebatir el consenso de los teólogos actuales, afirmados en la posición de Harnack de que en el periodo patrístico la filosofía helenística contaminó y corrompió el mensaje de la Biblia. De aquella posición nace la postura actual que sostiene que Dios sufre, y es esto lo que pretende el autor rebatir en esta obra. Más en concreto, Gavrilyuk denomina esta tesis como la “teoría de la caída de la teología en la filosofía helenística”. La tesis estaría, a su vez, desglosada en cinco proposiciones: 1. La impasibilidad divina es un atributo de Dios en la filosofía helenística y griega; 2. La impasibilidad divina de los filósofos fue adoptada acríticametne por los primeros Padres; 3. La impasibilidad divina no deja espacio para ninguna reflexión sobre las emociones de Dios ni sobre su intervención en la historia, que atestigua la Biblia; 4. La impasibilidad divina es incompatible con la revelación del Dios sufriente en Jesucristo; y 5. Este último hecho fue percibido por un grupo minoritario de teólogos, que afirmaban contra la mayoría que Dios es pasible. La tesis, así propuesta, es compartida por la inmensa mayoría de teologías y teólogos en la actualidad, desde la teología política y la teología de la liberación, hasta la teología feminista o la teología del proceso. Todas la aceptan y todas, según el autor, está equivocadas. De ahí que sea necesario establecer una profunda revisión, de modo que se restablezca la verdadera posición de los Santos Padres y así contribuir a hacer de la teología de hoy algo más acorde con los datos de la Biblia y con las reflexiones de los Padres.

La compasión divina no implica que Dios sufra, un Dios compasivo no es un Dios sufriente. La diferencia estriba en que el compasivo no se deja dominar por el sufrimiento, mientras el sufriente está débil e indefenso. El compasivo es capaz de ayudar precisamente porque no es susceptible de sufir en el mismo grado que la víctima; en ese sentido, su deber es permanecer impasible. La compasión divina, por tanto, presupone tanto la pasibilidad como la impasibilidad. Según la doctrina patrística de la encarnación, Dios, permaneciendo divino por completo, aceptó las limitaciones de lo humano, sufrió voluntariamente para la salvación del mundo y triunfó así sobre el pecado y la muerte. Dios es impasible, en tanto que puede soportar el sufrimiento, y pasible, en tanto que sufre en y con la naturaleza humana.

martes, 6 de mayo de 2014

Henri de Lubac: memorias sobre los escritos.


Cardinal de Lubac, Henri, Mémoire sur l’occasion de mes écrits. Sous la direction de Georges Chantraine sj avec la collaboration de Fabienne Clinquart. Œuvres complètes XXXIII. Les Éditions du Cerf, Paris 2006, 506 pp, 13,5 x 21 cm (Carthaginensia 47 (2007) 251-252).
Bajo la dirección de los discípulos más cercanos e importantes del P. de Lubac, du Cerf lleva a cabo la edición de las Obras Completas de este servidor de la Iglesia y teólogo excepcional. El programa completo consta de cuarenta y nueve volúmenes más uno bibliográfico, según un programa establecido por el propio autor en 1978 con motivo de la publicación en italiano de su obra completa. Los editores han respetado este programa y se han limitado a añadir lo publicado hasta la fecha de su muerte en 1991, por un lado, y los escritos de juventud, reunidos y anotados por el propio autor, y su bibliografía. Además, se ha reservado una sección para inéditos y sólo se han omitido los artículos menores.
El presente volumen está dedicado principalmente a los textos que en la obra del P. de Lubac se refieren a sus propios escritos o tienen un cariz biográfico, pero no puede ni debe ser llamado con propiedad biografía; él mismo se negó, no quiso realizar la redacción de sus memorias por sentir «una gran pena por extraer de mi pasado algunos recuerdos precisos y una pena más grande por fijarlos por escrito» (p. I). Lo que nos encontramos en esta obra es un conjunto de reflexiones al hilo de su formación intelectual y de su trabajo como profesor. Compuesta entre 1973 y 1975 en dos estancias de reposo, y concluida en 1978, la más importante de estas «biografías» es Memoria sobre la ocasión de mis escritos (3-401) en la que encontramos la obra tal cual y unos anexos, que ocupan más de la mitad de la misma, añadidos por el propio autor. Tiene el aire de familia de las Retractaciones de Agustín o de la Apología pro vita sua del Cardenal Newman, pero referido a sus escritos y no a su propia vida, que él consideraba poco importante. Junto a ésta encontramos su otra Memoria sobre mis veinte primeros años (409-462) en la que diez páginas forman la obra y el resto lo componen unas notas biográficas añadidas por el editor que explican adecuadamente las lugares y las personas conocidas por el autor y que el lector no podría situar convenientemente, con ello se trata de enmendar la carencia de referencias biográficas que de Lubac, a propósito, elude. Se añaden también dos pequeñas entrevistas que el autor concedió en 1983 con motivo de su elevación al cardenalato (463-480), y un pequeño homenaje rendido al Cardenal Lustiger en la misma fecha. El volumen concluye con una cronología de la vida del P. de Lubac que abarca de 1886 a 1916.

lunes, 7 de abril de 2014

La experiencia de la muerte

Landsberg, Paul Ludwig, L’esperienza della morte, Edizione italiana a cura di Fabio Olivetti, Piccola Biblioteca del Margine, Trento 2011, 119 pp, 14 x 21 cm (Carthaginensia 53 (2012) 233-234).
La angustia frente a la muerte es el tema que está en el aire filosófico, político y hasta social en los años 30 del siglo pasado. La experiencia de la muerte se vive de forma constante, no solo como experiencia individual, sino como experiencia colectiva. La muerte física, pero también la moral: es un mundo entero el que se está derrumbando ante los ojos atentos de los finos espíritus de la época. Esa finesse d’esprit que invade a la Europa de entre guerras le permite no sucumbir metafísicamente, aunque la desolación moral y física se avecina y los intelectos más sensibles la expresan en obras de una hondura que no ha tenido parangón en el mundo posterior. Landsberg es uno de estos espíritus; emigrado a París huyendo de la barbarie nazi, expone sus ideas, vale decir sus sufrimientos, en esta deliciosa obra y lo hace no con la experiencia rimbombante de un Heidegger, ni con el patetismo desencarnado del Husserl de la Crisis de las Ciencias. No, Landsberg lo hace con serenidad, con demoledora entereza, de ahí que su reflexión esté cargada de esperanza, que el patetismo y la tragedia huera no puedan con su pensamiento, firmemente asentado en la tierra.

La experiencia de la muerte es, ante todo, un problema, un problema para el hombre como único animal, según Voltaire, que tiene conciencia de su propia muerte, no una conciencia ambigua de la muerte del otro, sino de la suya propia. Este problema nos enfrenta ante una experiencia específica de la muerte y, por tanto, ante una forma muy precisa de ser hombre. Ambas cuestiones deben estar unidas. El empirismo quedó demasiado pegado a lo fisiológico y no supo dar cuenta cabal de esta realidad, de ahí que la búsqueda fenomenológica retomara la labor y Scheler propusiera la muerte como el límite de la criatura y, por tanto, como algo externo a ella. Algo así elaboró Heidegger, pero situando el sein en el centro de la muerte. No, ahora se trata de romper ambas líneas de confrontación: ni el ser es para la muerte, ni la muerte es un límite externo, la muerte es lo que individualiza al ser humano, de la misma manera que la conciencia de pecado crea la individualidad. Pecado y muerte, en el mundo judío y cristiano, van de la mano, lo mismo que Gracia y vida.

viernes, 14 de febrero de 2014

Creación por evolución

Maldamé, Jean-Michel, Création par évolution. Science, philosophie et théologie. Éditions du Cerf, Paris 2011, 277 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 53 (2012) 228-230).

Con teólogos como Maldamé en la Academia Pontifica de las Ciencias, con su preparación teológica, especialmente bíblica, su preparación filosófica, específicamente en la del siglo XX, y su formación científica, particularmente la geología y la biología, tenemos asegurado un buen diálogo entre la fe cristiana y el mundo de la Ciencia. Ya quedaron atrás los siglos en los que ni la religión ni la ciencia sabían mantener su ámbito de estudio; aquellos tiempos en los que o bien se producía un choque frontal donde una de las dos vencía por eliminación del rival, o bien se daban la espalda sin  querer saber nada la una de la otra. Ha sido el difícil siglo XX el que nos ha enseñado a dialogar, tanto a unos como a otros. Bien es cierto que aún quedan extremos que limar por ambas partes. Aún tenemos fundamentalistas en el cristianismo, también en la Iglesia católica; pero los dogmáticos cientifistas no les van a la zaga a sus antagonistas creyentes. Sin embargo, la fuerza del ser de las cosas, unida a la búsqueda de la inteligencia de la fe, nos ha puesto ante el umbral de un nuevo paradigma en el campo de las relaciones entre Ciencia y Religión, Teología y Filosofía, Pensamiento y Fe. Hemos llegado, por fin, al punto donde solo nos separa la vivencia, no las ideas, y esto es fácilmente superable. Las iniciativas llevadas a cabo por el Papa, de unir en diálogo a científicos que se dicen ateos y a científicos creyentes, teólogos y filósofos, van dando sus frutos. Al final, si Dios quiere, no nos separará más la historia y sus rencillas; este libro es un buen barco para llegar a ese puerto.

Jean-Michel Maldamé nos ha regalado una obra de profunda madurez. Tras sus dos anteriores obras sobre el tema, Science et foi enquête d'unité (Cerf 2003) y Création et Providence: Bible, science et philosophie (Cerf 2006), nos encontramos ante la síntesis entre la visión cristiana del mundo y la posición científica sobre él. Para muchos todavía puede ser un escándalo unir dos conceptos como Creación y Evolución, sea para los fundamentalistas de un lado o del otro. Para unos, el concepto de Evolución es la quintaesencia de la libertad del hombre frente al oscurantismo religioso y no puede ser utilizado por los creyentes más que para su conversión a la verdadera fe; para otros, la Creación es un hecho científico irrefutable que nada ni nadie puede contradecir. Unos y otros se equivocan y la lectura pausada de esta obra les hará ver cómo son dos conceptos complementarios. Así lo indica el propio autor al inicio. Por un lado, el creacionismo es un contrasentido respecto a la noción de Creación; por otro, la Evolución en nada se opone a la fe en Dios creador y continuamente activo en el proceso de la vida (11). Para llegar a esta visión sintética de la complementariedad de ambos campos de reflexión, el autor nos propone cuatro partes y doce capítulos. Ya el número elegido es indicativo simbólicamente de lo que se pretende. Las cuatro partes están perfectamente delimitadas, pero veamos esto por partes.

martes, 14 de enero de 2014

Ensayo sobre el cuerpo y la Eucaristía

Falque, Emmanuel, Les Noces de l’Agneau. Essai philosophique sur le corps et l’eucharistie, Éditions du Cerf, Paris 2011, 386 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 54 (2012) 494-495).

El Decano de la Facultad de Filosofía del Instituto Católico de París, uno de los más prestigiosos del mundo, viene de publicar la tercera obra de un tríptico teológico-filosófico que no es sino la reconsideración para el mundo de hoy del pensamiento cristiano sobre la Encarnación. Tres temas hay que enuclean el concepto de Encarnación: muerte, vida y cuerpo. El primero fue tratado en la obra Passeur de Gethsémani, el segundo en Métamorphose de la finitud y el tercero, el cuerpo, el que tenemos ante nosotros. Se trata de un tríptico y por tanto en una magna obra que puede ser leída por separado, pero que está concebida para su lectura íntegra y total, de modo que el que es el concepto que diferencia al cristianismo de cualquier otra concepción de la vida, la encarnación de Dios, pueda ser entendido en integridad, profundidad y plenitud. En modo alguno puede reducirse la Encarnación a una acción puntual en un hombre concreto, aunque ahí tenga su máxima expresión y visibilidad, su cumplimiento perfecto y su culminación. No, la vida de los milenios que precedieron a la primera Navidad, y los que le siguen, los eones que el Universo necesitó para configurar un mundo como el que podemos ver, y la constitución metafísica de lo real, todo esto es expresión de la Encarnación de Dios en el mundo y la humanidad.
Falque plantea la reflexión sobre el cuerpo y la Eucaristía como el nuevo “camino escarpado” del cristianismo. Se trata de salir de la caverna, quizás de las múltiples cavernas en las que se ha instalado a lo largo de su bimilenaria historia. Esta salida solo puede hacerse volviendo a la Escritura y a los Santos Padres. Ahí están las fuerzas que nos arrancarán de una filosofía que nos aplasta contra el muro del dualismo y nos amarra a una visión destructiva para la fuerza revolucionaria del cristianismo, que es, en el sentido etimológico del término, un materialismo en toda su extensión. La carne humana ha sido asumida por el Verbo como medio para establecer la presencia de Dios en el mundo. En-car-nar-se no es un acto necesario, el mundo no es proyección del ser divino. Se trata del mayor acto de gratuidad y por tanto de kénosis divina. Dios ha preparado la morada para establecerse entre los hombres, para acostumbrarse a ellos y así hacer accesible su infinitud a la limitación humana. Sin embargo, la carne se expresa en el cuerpo y el cuerpo es el medio de entrega más poderoso para manifestar lo divino: hic est corpus deum, no hay palabras más poderosas que estas.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Henri de Lubac: Claudel et Péguy.


Cardinal de Lubac, Henri – Bastaire, Jean, Claudel et Péguy. Éditées par George Chantraine sj, Jacques Prévotat, Michel sales sj, et Jean-pierre Wagner sous l’égide de l’association international Cardinal Henri de Lubac. Œuvres complètes XXX. Huitième section, Monographies. Les Éditions du Cerf, Paris 2008, 212 pp, 13,5 x 21 cm (Carthaginensia 49 (2009) 209-211).
La vida intelectual está llena de contrastes en los que un autor como de Lubac encuentra el vigor para ahormar un pensamiento rico y valioso. Si el análisis de un teólogo como Theillard de Chardin le hace más contemplativo; la confrontación de dos autores bien diferentes le eleva a un estadio superior de la inteligencia humana. Es difícil saber cuánto ha aportado a la historia del pensamiento el enfrentamiento dialéctico de pensadores tan diferentes como es el caso que nos ocupa con Claudel y Péguy. Cualquiera puede comprobar por sí mismo que leer de forma paralela a dos autores bien distintos produce un diálogo metatemporal del que el lector es el canal de comunicación y los autores, a la par, emisor y receptor. No hay aquí ningún círculo hermenéutico sino una relectura constante.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Comunicar para vender


Martínez Martínez, Inmaculada José, La Comunicación en el punto de venta. Estrategias de Comunicación en el Comercio Real y Online, ESIC Editorial, Madrid, 2005, 237 pp, 17 x 24 cm (Carthaginensia 45 (2005) 535).
El establecimiento comercial o punto de venta adquiere en la actualidad una dimensión superior al simple hecho de ser el lugar físico del intercambio comercial. Es un poderoso medio que transmite informaciones al público y es capaz de influir en él. El cliente compra en el establecimiento, pero también  se informa, se educa y recibe toda clase de estímulos. De ahí que el establecimiento comercial suponga una excelente oportunidad para que el fabricante y el consumidor interactúen. Esto lleva a la elaboración de toda una gama de productos de merchandising, tanto externo como interno, que harán del punto de venta un lugar más apropiado para la función que de él se espera. El merchandising externo hace referencia a los elementos que el cliente se encuentra antes de entrar al punto de venta, a saber, la ubicación del local, los indicadores y las señalizaciones externas, los rótulos, la fachada y el escaparate. Todos estos elementos van a ser claves antes de que el cliente pase al punto de venta. Una vez dentro, el merchandising interno, hará el resto. Nos referimos al diseño de la superficie comercial, la situación de las secciones, la circulación en el establecimiento, el mobiliario y, lo que es más importante, la persuasión a través del producto. En el merchandising resulta tan importante la captación del cliente como su fidelización, para ello existen diversas estrategias tanto en el punto de venta real como on line. Las más importantes son las referidas a la generación de confianza en el cliente, que se consigue mediante el «buen hacer» para los clientes, que se traduce en orientar siempre las acciones a conseguir satisfacer las expectativas, deseos e intereses de los clientes para que ellos tomen las mejores decisiones. Y el «saber hacerlo bien», esto requiere de la empresa todos los medios para que el cliente sienta que su compra es segura, confidencial y privada, sobre todo si hablamos del comercio on line.
BPA

lunes, 14 de octubre de 2013

Teología Sistemática, Pannenberg.


Pannenberg, Wolfhart, Théologie systématique*, Traduit sous la direction de Olivier Riaudel. Les Éditions du Cerf, Paris 2008, 587 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 50 (2010) 212-213).
No se hace necesario presentar al autor, de sobra es conocida su obra teológica y filosófica a nivel mundial. Sus intereses van desde la ciencia hasta la cultura y desde el ecumenismo hasta el diálogo con el mundo secularizado. En esta obra, primera parte de la teología sistemática publicada entre 1988 y 1995 en alemán, se unen todos esos extremos y se presenta de forma sistemática lo que sería un pensamiento teológico post- Aufklärung. El pensamiento de Pannenberg, enraizado profundamente en la tradición luterana, ha sabido abrirse a las metodologías propias de las ciencias en tierras teutonas y dialogar con las más ricas tradiciones allí implantadas. La consecuencia no podía ser otra que la fertilización de la rica tradición centrada en la Palabra, mediante otras palabras que pueden aportar, si no otra cosa, sí al menos un acto encarnatorio patente. En Pannenberg, la tradición cristiana toma carne en el mundo postilustrado y es capaz de entablar una relación casi simbiótica que retoma los esfuerzos que los cristianos hubieron de hacer para encarnar la fe cristiana en el mundo heleno. La Luz que vino al mundo según Juan, se acerca a la luz que viene del mundo, según los ilustrados. A ver si con toda esa iluminación conseguimos algo de claridad en estos tiempos de oscuridad del pensamiento.

viernes, 13 de septiembre de 2013

La escuela de Tubinga


Seckler, Max (éd.), Aux origines de l’école catholique de Tübingen. Johann Sebastian Drey. Brève introduction à l’étude de la théologie (1819), Les Éditions du Cerf, Paris 2007, 398 pp, 14,5 x 23,5 cm (Carthaginensia 48 (2008) 476-477).
No debe extrañarnos que se publiquen en estos pródromos seculares multitud de obras que quieren recuperar los usos y costumbres teológicos de momentos pretéritos considerados como alumbradores de tiempos mejores. Es un deseo natural en el ser humano encontrar sentido a su existencia, también en sede teológica. El presente volumen se retrotrae a uno de esos momentos de parto de la teología, el nacimiento de la famosa escuela de Tubinga que tantos nombres diera a la teología, la filosofía, la poesía. Aquel seminario vio tres figuras que compartieron ilusiones y desengaños y vivificaron el ambiente pétreo de la Alemania postnapoleónica: Hölderlin, Hegel y Schelling. Estos tres genios, teólogos frustrados de profesión, compartieron las mismas aulas y estancias que Drey o Möhler y bebieron de las mismas inquietudes históricas: la necesidad de dar soporte seguro a un mundo que llevaba demasiados decenios de revolución.

viernes, 16 de agosto de 2013

Sacramentos


Borobio, Dionisio, Sacramentos en general. Bautismo y Confirmación en la Escuela de Salamanca. Fco. Vitoria, Melchor Cano, Domingo de Soto, Publicaciones Universidad Pontificia Salamanca, Salamanca 2007, 320 pp, 17 x 23,5 cm (Carthaginensia 50 (2010) 225-226).
Son tiempos estos de replantear el significado de las realidades cristianas más profundas, toda vez que se atisba cierto giro involutivo en las prescripciones oficiales en torno a los núcleos fundamentales de la experiencia del cristiano. En la cuestión sacramental se ha dado una suerte de regreso de fórmulas y expresiones que algunos creíamos caducas pero que se manifiestan con una fuerza inusitada, máxime cuando la iconografía episcopal retorna a posiciones vetustas, por ello es más importante si cabe esta obra del insigne profesor Borobio. Su saber y erudición deben servirnos de faro orientativo en estos momentos de virajes de timón imprevisibles.
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