jueves, 15 de julio de 2010

Fe en Dios y Ciencia Actual

AA.VV., Fe en Dios y Ciencia Actual. III Jornadas de Teología, Collectanea Scientifica Compostelana 10, Instituto Teológico Compostelano, Santiago de Compostela, 2002, 284 pp, 17 x 24 cm (Carthaginensia 24 (2008) 214-216).

Una de las principales aportaciones del Concilio Vaticano II fue el impulso a la Iglesia para que hiciera una lectura de “los signos de los tiempos”, de esa lectura nacieron iniciativas de gran calado eclesial, entre ellas la búsqueda de la unidad entre los cristianos y el reconocimiento de la autonomía de las realidades temporales. Junto a estas dos, y como una especie de derivación y aplicación de ambas se encuentra la necesidad de la Iglesia de abrir un diálogo con el mundo moderno, diálogo que llevará al famoso aggiornamento. Este diálogo tiene muchas dimensiones: social, política, moral, pero la que aquí nos ocupa es la científica. Y de eso trata este intenso volumen que recoge las actas de las III Jornadas de Teología del Instituto Teológico Compostelano. El intento declarado por los organizadores de las Jornadas es salir del cortocircuito en el que entraron las relaciones entre ciencia y teología en el siglo XVI, cuyas consecuencias aún se sufren. No debemos olvidar el doloroso asunto de Galileo y cómo Juan Pablo II hizo un gesto de reconciliación para cerrar heridas, heridas que no han cicatrizado todavía por lo visto en la Sapienza. Este caso sigue mostrando la urgente necesidad del diálogo entre ciencia en general y cultura cristiana.

Las relaciones entre ciencia y fe han cambiado mucho y es necesario darlas a conocer, pero también “es necesario reconocer que a la fe cristiana y a la religión en general le hizo bien el paso por la crítica científica” (9), pero la ciencia también ha cambiado y se ha bajado del arrogante pedestal en el que se había encumbrado durante los dos últimos siglos. Ahora reconoce, en puridad kantiana, que no puede ofrecer al hombre todas las respuestas y que hay ámbitos humanos que se escapan a su investigación. La teología, por su parte, reconoce la autonomía de la ciencia y su ámbito propio de investigación donde le corresponde ser a-tea, en el significado puramente etimológico, de ahí que “la ciencia se apoya en un materialismo metódico, que no debe confundirse con un materialismo dogmático o doctrinal” (11).

Las presentes Jornadas tienen cuatro objetivos. El primero es dar a conocer el estado de la cuestión de la relación entre ciencia y fe. El segundo es hacer una revisión de las condiciones en que se ha dado el diálogo en los últimos siglos y la nueva etapa abierta recientemente. En tercer lugar, se trata de presentar los temas concretos que interesan a los dos ámbitos en cuestión. Por último, contribuir a crear un espacio académico de búsqueda y promoción del diálogo entre ciencia y teología. Estos cuatro objetivos se desarrollan en tres partes bien diferenciadas con un total de doce intervenciones. Las cinco primeras están contenidas en la primera parte: La ciencia ante la Fe (21-139). En ella se hace un recorrido por el aporte que algunas ramas del saber científico pueden hacer a la fe. Para ello, la primera de las intervenciones, a cargo de Agustín Udías Vallina, expone una breve historia de las relaciones entre ciencia y religión. A continuación, en una intervención preciosa, clarificadora e intensa, José Mª Hevia, expone los modelos cosmológicos y sus interrogantes, desde Pitágoras hasta las actuales teorías cosmológicas. Las tres restantes giran en torno a la Bioética, la Antropología científica y la Cultura contemporánea, esta última a cargo del profesor López Quintás quien, a modo de conclusión a esta primera parte nos recuerda que el hombre es una intensa red de relaciones y que sólo uniendo las dos manifestaciones más elevadas del espíritu humano (cultura y religión) “colmamos nuestra vida de sentido y alcanzamos nuestra máxima dignidad” (139).

La segunda parte se intitula El creyente ante la Ciencia Actual (141-229) y cuenta con cuatro intervenciones absolutamente indispensables de cuatro creyentes y teólogos que enfrentan la ciencia desde sus propios intereses. La primera de ellas es la de Manuel M. Carreira. Con su habitual capacidad sintética y pedagógica desgrana las implicaciones teológicas de la Física moderna. Resulta interesante hacer la lectura dialéctica de esta ponencia junto a la de Hevia. resultan diferentes y complementarias y pueden dar nuevas pistas tanto a la pneumatología como a la escatología. También es indispensable la aportación de Mariano Artigas para obtener un mayor conocimiento del diálogo entre ciencia y religión en la actualidad. El profesor Artigas nos regala un inquietante texto de Santo Tomás donde se adelanta a la ciencia actual en ocho siglos y en el que se refiere cómo la finalidad en la naturaleza está inscrita en los seres individuales, de modo que hacen suyo lo que no es sino un don. El modelo de diálogo del siglo XIII vuelve a tener valor. Por su parte, Francisco Díaz-Fierros sitúa la Ética de los usos como el lugar en que se encuentran para el diálogo Ciencia y Fe. Pero es Manuel García Doncel, a nuestro juicio, el que aporta una intervención más decisiva desde el punto de vista teológico. En su exposición de los temas actuales del diálogo teología-ciencias (201-229) desgrana los principales temas teológicos desde la ciencia: el principio antrópico, la creación ex amore, la kénosis de la Encarnación y la Creación, el éscaton, el Logos como diseño inteligente del universo y el Espíritu como el vivificador. Como se ve son todos temas centrales en la teología que han tenido un desarrollo enorme en los últimos decenios. Especial interés cobra la idea de Kénosis como creación divina: Dios, para crear ex nihilo sui et subjecti, debe hacerlo retirándose de modo que deje lugar ontológico a la criatura. Esta es una teoría kabalística, el tsimtsum, que recoge Jonas a mitad del siglo XX para responder a las famosas preguntas de Epicuro, y que García Doncel atribuye a Moltmann como expresión de una teología más adecuada a las experiencias catastróficas del siglo pasado.

La tercera parte, más breve, recoge tres intervenciones bajo el epígrafe Hacia una nueva forma de relación Ciencia-Fe (231-284). La primera de ellas corre a cargo de Gonzalo Tejerina Arias en torno a una nueva metodología teológica, que estribaría en ser “ciencia de una experiencia”, porque los contenidos teológicos no son realidades evidentes sino que se han hecho presentes en la historia, siendo así “acontecimientos significantes a través de los cuales se ha revelado el designio de Dios” (245). Por su parte, Alfonso Novo nos propone releer la creación a la luz de la fe y la teología. En esta relectura nos recuerda que la fe en la creación nace por motivos apologéticos y que es bueno pensar el contexto. Como ejemplo vemos el término omnipotens, que en latín puede significar el poder de hacer todo o cualquier cosa, como en castellano todopoderoso, pero que en griego (pantokrator) significa el soberano absoluto, lo que implica el gobierno sobre todo no su capacidad de acción. Para concluir el volumen tenemos la intervención del Cardenal Scheffczyk sobre el Dios de la creación y la creación de Dios, haciendo un resumen de lo que puede ser dicho como creyentes sobre la obra de Dios y lo que debe ser tenido como hombres sobre el Dios que obra.

Nos alegramos que la reflexión teológica siga tan viva como merece en estos lares meridionales, aunque sea en el norte, y que se planteen estas cuestiones necesarias para que la fe no caiga en una mera repetición de lugares comunes y responda a las necesidades de un mundo que se entiende desde modelos científicos. Felicitamos y exhortamos a los organizadores de las Jornadas de Teología para que no cejen en su empeño de hacer actual la fe y de dar razón de nuestra esperanza.

Bernardo Pérez Andreo



1 comentario:

  1. Conozco el libro. Es bueno. Tejerina, Garcìa Doncel, Artigas y los demás ponentes son gente de nivel, a los que hay que agradecer la ayuda prestada a este campo de reflexión tan importante para los creyentes. También conozco las Jornadas del Instituto Teológico Compostelano, que han dado lugar a una interesnte colección, que no debería faltar en ninguna biblioteca de nuestros Centros teológicos. También a ti hay que agradecer esta seccion tan interesante de tu página.

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