sábado, 15 de diciembre de 2012

Dios que viene al hombre 1


Moingt, Joseph, Dieu qui vient à l’homme. De l’apparition à la naissance de Dieu 1. Apparition, Les Éditions du Cerf, Paris 2005, 468 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 47 (2007) 237-239).
Estamos ante un texto de enorme trascendencia en el contexto de la reflexión cristológica actual. Es necesario leerlo teniendo presente otro texto anterior del autor que tuvo una repercusión considerable en el mundo teológico, hablamos de El hombre que venía de Dios, publicado en dos volúmenes en 1994. Ante él, esta obra cobra un cariz apologético y reivindicativo. Si en aquella obra se seguía un proceso ascendente e inductivo: partiendo de la realidad vivida de Jesús de Nazaret, se llegaba a la formulación de la fe y las consecuencias históricas de esta formulación, ahora se trata de un proceso complementario: partiendo de la Trinidad, se establece el proceso por el que Dios viene a la carne del mundo. En realidad se trata de la segunda parte de una obra anunciada en tres. La primera pretende seguir el proceso de los que hicieron el duelo de Jesús, el camino de la cruz y la resurrección: Dios que viene al hombre. Del duelo al desvelamiento de Dios (2002). Aquí se trató de mostrar que la revelación de Dios en la persona y el acontecimiento de Jesucristo se hace en disposición trinitaria. En la tercera parte se anuncia cómo la revelación se transmite hoy a través de la Iglesia. Entre las tres entregas de esta trilogía tenemos una respuesta acabada a las limitaciones que se reconocieron en aquella primera obra de los años noventa.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Quevedo: moral y política.


Pérez Carnero, Celso, Moral y política en Quevedo, Ediciones Monte Casino, Zamora 2007, 523 pp, 16,5 x 24 cm (Carthaginensia 49 (2009) 228-229).
Nos encontramos ante un voluminoso esfuerzo por rescatar una de las aportaciones al pensamiento político español y cristiano como es el caso de la Política de Dios. Gobierno de Cristo, de Francisco Quevedo. Esta tarea era merecedora de una tesis doctoral como esta, donde se redime una tradición de pensamiento que dio feraces frutos otrora, pero que fue relegada al rincón de la historia por la fuerza dialéctica de Maquiavelo, Hobbes, Spinosa, Hegel o Marx. Esta tradición no es otra que la ético-política hispana de origen medieval. En este caso, retomada por el insigne escritor del barroco español. Ningún otro podía realizar una labor de este tipo en el centro mismo del imperio de la época, el español, y cristiano según se decía a sí mismo. La crítica había de ser política, pero en la tradición moral medieval, de ahí que el esfuerzo sea una verdadera puesta en cuestión de los pensamientos meramente políticos de los autores políticos europeos. Pero la Política de Quevedo no se reduce a un tratado político, su finalidad es más práctica, locus communis del barroco. Su interés se centra en la situación concreta de la política interior hispana. En concreto, los reinados de Felipe III y Felipe IV en cuyo ejercicio abandonan la soberanía que les es propia, única e indivisible, y la transfieren a los Validos –Lerma, Uceda, Zúñiga, Olivares– suplantando así el mandato regio de origen divino. El tema nuclear es que el Rey debe asumir absolutamente el cuidado político-cristiano. Es el Rey el que ha recibido la soberanía de manos de Dios, no los Validos. Los males que el imperio sufre se deben, precisamente, a haber abandonado este firme punto de la moral y la política medieval. Por eso, el desarrollo del argumento se hace a modo de “comentario y sermón”. Comentario porque cada capítulo se inicia con una cita evangélica que se comenta extensamente; y sermón porque el tono es el de la admonición y la solicitud a la vuelta de los planteamientos morales. De esta manera, el moralista cumple su misión haciendo crítica ético-política.
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