Vattimo, Gianni-Zabala, Santiago, Comunismo
hermenéutico. De Heidegger a Marx. Traducción de Miguel Salazar, Herder, Barcelona
2012, 280 pp, 14 x 22 cm (Carthaginensia 55 (2013) 277-279).
La última obra de Gianni Vattimo, realizada junto a Santiago
Zabala, viene a poner el broche a un retorno
del pensamiento del padre del pensiero
debole. Si en los ochenta se alejó tanto del comunismo como del
cristianismo, en el siglo XXI ha vuelto a ambos y lo ha hecho de la mano de una
cierta interpretación, hermeneusis,
de los acontecimientos que se han verificado tras el paso arrollador de la
barbarie neoliberal. Como dejamos constancia en su momento, el pensamiento débil podía, con mucha facilidad, ser utilizado como
instrumento para lo opuesto para lo que fue expuesto. Aquel pensamiento, en su
crítica al realismo metafísico, al pensamiento
fuerte, acabó renegando de todo lo que permitiera oprimir el pensar del hombre, de ahí que su padre renegara a la vez
de dos tradiciones fuertes en la
historia del pensamiento y la lucha: la tradición cristiana y la marxista. Si
bien es cierto que nunca las abandonó del todo, lo es también que a finales de
la década de los noventa se inicia el giro de retorno hacia estas tradiciones,
giro que constatamos en obras como Ecce
comu y Después de la cristiandad.
En la presente obra, los autores constatan que al contrario
de lo que podría interpretarse de la Tesis 11, no se trata de transformar el
mundo pasando de la interpretación a la política, sino al contrario, lo que hay
que hacer es dejar de describir el mundo y empezar a interpretarlo
correctamente. Sin interpretación no hay transformación. La hermenéutica, de la
que huyen aduladores del modelo imperante como Searle, Fukuyama o Kagan, es el
verdadero instrumento que cambia la realidad, pero es importante que la transformación
de la realidad no se haga desde el mismo realismo metafísico que nos ha traído
hasta aquí, eso nos devolvería a la misma realidad de la que queremos escapar.
Este fue el problema del comunismo realmente existente, no salía del modelo
depredador al que decía oponerse. Lo que se necesita es un comunismo débil, al estilo de los que en Latinoamérica se están
imponiendo de la mano de líderes sociales que llegan al poder por medios
democráticos homologables en el mundo occidental y establecen políticas de apoyo
a los excluidos sociales.
En la línea de Rorty y Derrida, se hace una propuesta
hermenéutica que aborda la entera existencia del ser humano, es decir, se
recupera la esencia ontológica de la hermenéutica como lo hicieran Nietzsche,
Heidegger y Gadamer y se hace como instrumento en la lucha por las
interpretaciones, contra la conservación de las leyes, los valores y los
principios naturales, apostando por un propuesta que se adapte a las exigencias
de los tiempos actuales, tiempos en los que está vetada la revolución, pero
también en los que ya no se nos permite por más tiempo mantener la situación
tal y como está. Este comunismo hermenéutico, por utilizar la nomenclatura de
la obra, quiere abandonar el ideal desarrollista y productivista imperante como
el llamamiento a la revolución. Alejándose de Badiou y Negri, apuesta por un
pensamiento débil como la hermenéutica que puede evitar revueltas ideológicas
violentas y así defender a los débiles. La defensa de los débiles ya no puede
hacerse por la fuerza de las armas, en ese terreno siempre ganan los mismos.
Los débiles no pueden utilizar las armas de los poderosos, sus armas son otras.
Son las armas de la unión, la solidaridad, el compromiso y el diálogo.
Hoy, realismo metafísico y capitalismo van de la mano. Uno
es el brazo ideológico del otro, que es a su vez el yunque eficaz de su
implantación. Los débiles son el reverso del ser, lo que Heidegger llamó,
simplemente “ser”, Derrida, “márgenes de la filosofía” y Benjamin “la tradición
de los oprimidos”. Lo que hace urgente la propuesta es que hay una falta de urgencia que impera en el mundo
actual. Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la
crisis de 2008, no se ha producido un cambio a gran escala, sino todo lo
contrario: se han intensificado las políticas que dieron origen a esta
situación y quienes están pagando las consecuencias son, precisamente, los
débiles. De ahí que sea necesario plantear la propuesta de un comunismo hermenéutico o pensamiento de los débiles. Para
hacerlo, los autores establecen dos partes en la obra. La primera es La democracia emplazada, dividida en dos
capítulos en los que se analiza de un lado la violencia de la verdad metafísica
realista y de otro la imposición del capitalismo armado contra los débiles. La
segunda parte está reservada para la propuesta original de la obra: Comunismo hermenéutico. Dos capítulos, a
modo de reverso de los dos de la primera parte, constituyen la propuesta. El
primero de los capítulos es La
interpretación como anarquía, donde ser propone la existencia del hombre
desde la perspectiva de la interpretación y la hermenéutica como el verdadero
pensamiento débil. Desde aquí se abre la posibilidad para un pensamiento de los
débiles, el comunismo hermenéutico,
nombre del cuarto y último capítulo.
La tesis final de la obra pivota sobre dos pilares: de un
lado la interpretación de la existencia como apertura del mundo y posibilidad
de transformación más allá de la lógica del cierre del discurso que opera el
realismo metafísico conservador; de otro lado, la urgencia de plantear
alternativas reales para que los débiles de la historia puedan torcer su rumbo
y crear otra realidad alternativa sin utilizar las armas de los poderosos,
armas con las que siempre vencieron y vencerán aquellos. El comunismo
hermenéutico vendría a ser una concepción efectiva de la existencia para
aquellos que no quieren ser esclavizados por un mundo totalmente organizado por
y para los poderosos y contra los hombres, contra el hombre. Los movimientos de
revolución débil nacidos en América Latina serían el nuevo proletariado, sujeto
de la nueva revolución pacífica, una revolución que nace de los débiles, pero
que es para todos los hombres y para todo el hombre. Según Vattimo y Zabala, es
llegado el momento de interpretar el
mundo como medio de salvar al hombre.
Bernardo Pérez Andreo
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