jueves, 4 de noviembre de 2010

Henri de Lubac. Biografía I.

Chantraine, Georges, Henri de Lubac, t.I. De la naissance à la démobilisation (1896-1919), Études Lubaciennes VI, Les Éditions du Cerf, Paris 2007, 746 pp, 13,5 x 21,5 cm (Carthaginensia 25 (2009) 477-478).

El presente volumen es el primero de una serie de cuatro que integran una biografía monumental dedicada a Henri de Lubac. Una magna tarea a la altura de la magnitud del personaje y de la época que le tocó vivir. Se trata del complemento necesario al proyecto de edición de sus Obras Completas en cincuenta amplios volúmenes en esta misma editorial, junto con la reciente publicación de Carnets du Concile. El proyecto atiende a un método perfectamente delineado: escribir una biografía total, articulando estrechamente vida y obra, y respetuosa con el carácter específico del hecho religioso. Para ello, este primer volumen, nos regala la posibilidad de seguir paso a paso al futuro jesuita en sus relaciones familiares, sus estudios primarios en Bourg-en-Bresse, después en Lyon, y sus estudios de secundaria en un colegio jesuita. Podemos ver al joven de Lubac en sus relaciones de amistad y tomando ya los primeros modelos vitales. Son los felices años de la Belle Époque, que precedieron a la Gran Guerra, como se conoció entonces a la Primera Guerra Mundial. Son años de crecimiento y búsqueda en un ambiente familiar religioso, profundamente católico, donde aprendió a orar y a poner su propia vida ante el Señor. Estos años van a ser los de la decisión definitiva de la vida, una vez desmovilizado al concluir la guerra. Hasta ahí llega el presente volumen.

La obra está estructurada en nueve capítulos, precedidos por una magnífica introducción a la época y rematados con una precisa conclusión que recoge los datos en un hilo sistemático. En el primer capítulo asistimos a los años que median entre el nacimiento y la obtención del baccalaureatus. Son años de intensa relación familiar y de formación escolar en distintos centros por los que pasa el infante. En estos años se va a encontrar con el deporte y el teatro, con la poesía y con la retórica, también con la filosofía, pero lo decisivo será la llamada de Dios que el joven Henri va a vivir como una abandono a la voluntad divina, como un dejar en manos de Dios su propia vida, es el tiempo de la vocación.

En los siguientes dos capítulos dos vemos ante los años universitarios y de noviciado, son apenas tres porque pronto llegará la guerra, pero son bastante intensos, años de juventud rebosante que De Lubac aprovecha para el aprendizaje que va a suponer la base de lo que en el futuro será fruto. Estudio, lectura, predicación, oración, amistad y las primeras conferencias y artículos en los que se ve la promesa de lo que después encontraremos en el cardenal. Pero la guerra supondrá un corte en todo este proyecto que se prometía feliz. Pronto tendrá que ser movilizado y recibirá una dura instrucción militar, pero es más duro todavía lo que viva en el campo de batalla, especialmente en el molino de sangre que fue Verdun. En el capítulo cuatro se nos narra todas estas experiencias y se continúan en el quinto, especialmente sus marchas al frente, las instrucciones militares y los mementos de reposo. Vemos a un militar preocupado por el curso de la guerra y por la obtención de una paz justa y duradera, pero también vemos al patriota que quiere servir a su país.

En los capítulos sexto y séptimo, nos encontramos con el Henri interior, aquel que ser refugia en su fe y sus lecturas en medio del fragor de la guerra, el que vuelve de permiso a su caso y con sus amigos. Son momentos importantes para él. Su relación familiar resulta decisiva, sus amistades, especialmente con sus hermanos jesuitas y también los momentos de soledad, esa soledad que depura y acrisola. La vida religiosa tendrá un lugar especial en estos tiempos de dificultad. La celebración dominical, las fiestas litúrgicas, la misa cotidiana y los oficios religiosos van a conformar definitivamente al hombre y al religioso. Cuando caiga herido y tenga que permanecer dos meses hospitalizado, se mostrará su enorme vitalidad. Aprovecha todo el tiempo posible. Retoma, hospitalizado, el noviciado e intenta seguir lo más rápidamente posible su recuperación. Tiene unas ganas enormes de continuar con su vida y las heridas sólo lo fortalecen. Del combate saldrá un hombre probado por la violencia del fuego, acostumbrado a las zanjas y hecho a la lentitud de los movimientos del ejército en batalla. Con este bagaje estará dispuesto para la desmovilización (último capítulo), momento en el que habrá sido todavía más un laico que un hombre religioso, pero un laico que ha conocido muy bien como es el frente y la vida del pueblo gracias al ejército. El joven Henri está preparado par su futura vida, una vida que será dura y exigente, pero él lleva sus alforjas bien repletas. Ha aprendido a ver en esta vida, en este mundo, la santidad de Dios por medio de la Iglesia; ha aprendido la necesidad del compromiso que pone en juego la propia vida incluso; ha aprendido a respetar y a valorar, pero también a relativizar. Se opondrá tanto al socialismo como al liberalismo, pero sabrá interesarse por la cuestión social, por los pobres y por el drama humano. Se mantendrá fiel al papa a los obispos, pero sabrá poner los puntos sobre las íes cuando sea necesario.

Esta obra, la primera de la biografía del futuro cardenal, está completado con una serie de anexos, apéndices e índices que aportan una valor extra al volumen, no sólo es una biografía, también un ensayo sobre la vida de uno de los teólogos más importantes del siglo XX, y uno de los personajes más vitales de la historia europea.

Bernardo Pérez Andreo

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