lunes, 2 de julio de 2012

Acogida y Caridad


Fino, Chaterine, L’hospitalité, figure sociale de la charité. Deux fondations hospitalières à Québec, Desclée de Brouwer, Paris 2010, 459 pp, 15 x 23,5 cm (Carthaginensia 53 (2012) 238-239).
Las investigaciones doctorales suelen tener la virtud de profundizar en un aspecto concreto del saber teológico para desde ahí iluminar mejor la rama del saber teológico del que trata el trabajo. Esto mismo es lo que sucede con esta obra, resultado de una tesis doctoral defendida por la autora en 2007 en el Instituto Católico de París, se acerca a un aspecto muy preciso, como es la fundación de dos lugares de acogida para enfermos y pobres en Québec y desde ese punto concreto y preciso elabora toda una teología de la hospitalidad cristiana entendida como figura social de la caridad y como contrapunto a la tesis durhheimiana de que la caridad no tiene valor social alguno, a lo sumo el de privatizar la preocupación por el otro. Al contrario, la caridad, entendida de forma cristiana, es la organización más plena de acogida del otro y de la bondad social plena. A esto hay que unir una dimensión inesperada en estos tiempos de secularización social: que esta acogida, que esta estructuración de la justicia, es organizada por órdenes religiosas femeninas.
El magnífico trabajo de investigación consta de una Introducción, cuatro Capítulos y una Conclusión general. En la Introducción expone la autora los motivos del trabajo, la metodología a seguir y la elección del corpus hospitalario que le va a servir de hilo conductor de toda la reflexión.
Su método es elucidar la hospitalidad como forma social de la caridad y de ahí bajar a tres ejemplos concretos en los que se expresa. Por eso el primer Capítulo está destinado a esa investigación más teórica y lo hace desde dos figuras fundamentales: François Rousseau y Michel Foucault. Esta investigación le llevará a los criterios para definir una figura de la hospitalidad. Estos criterios son tres: privilegiar a los sujetos, la existencia de prácticas de formación y el ser un medio para evaluar la caridad práctica en la Iglesia y en la sociedad. Es decir, la caridad es un sistema complejo que incluye los ámbitos donde el ser humano se hace humano: el religioso, el sanitario y el social. Así, elaborada la reflexión teórica, la autora baja a la arena de la investigación práctica y lo hace en tres capítulos que constituyen el cuerpo de la investigación. Son tres lugares precisos, pero también son tres momentos de creación de la hospitalidad como figura social de la caridad.
El primer lugar es L’Hôtel-Dieu de Saint-Joseph de Sillery, 1639-1644, hospital fundado para el cuidado de las tierras descubiertas allende los mares y que va a constitutir el primer momento: la hospitalidad como figura narrativa de la caridad y memoria crítica de la comunidad hospitalaria. Es el momento inicial, cuando la caridad empieza a cobrar conciencia de su ser institucional en la Iglesia. Esto lleva al segundo lugar, L’Hôtel-Dieu de Québec, 1644-1759, hospital colonial que pasa de ser un simple lugar de cura a una institución para la santificación y humanización del hombre. La hospitalidad pasa a ser, en este segundo momento, un proceso de institucionalización de la caridad práctica y elemento crítico de la colonización. Y así llegamos al tercer lugar y momento de esta construcción social de la caridad. L’asile-hôpital Saint-Michel Archange, 1893-1939, es la llegada a una forma de entender la caridad como seguimiento de Cristo encarnado, como humillación y abnegación en el servicio a los más necesitados y como medio para la transformación de la sociedad en su conjunto. En este tercer momento, la caridad se enfrenta al desafía antropológico, profesional y político de la medicalización de la asistencia.
El trabajo no concluye, de ninguna manera, que los cristianos sean los únicos hombres capaces de un amor verdadero, entendiendo esto como una pretensión irritante y comunitarista cristiana. Se trata, sobre todo, de reconocer una verdad operante en nosotros, que lejos de darnos el derecho de imponer a otros nuestra visión del mundo, como si fuésemos los únicos capaces de caridad, nos hace más servidores de aquel que vino a servir y no a ser servido, de Cristo el diáconos. Es, en fin, un intento por remarcar la inspiración evangélica de la hospitalidad y su fuerza de inscripción social, lejos de toda polémica anti o pro clerical. A partir de este trabajo es posible hacer un esfuerzo de imaginación social y aplicar hoy aquello que entonces se pudo hacer como servicio a los más pobres y abandonados.
La investigación resulta necesaria y se muestra completa y profunda. La bibliografía y el estudio sistemático dan coherencia al trabajo y aportan el sustento metodológico que convierte una simple investigación académica en un trabajo imprescindible para entender cómo en la Iglesia la caridad no es un simple término ni mucho menos un teologumeno que se aleja de las personas, sino la presencia amante de Cristo que se entrega a sus hermanos en todo momento y lugar, pero especialmente en los que sufren. La hospitalidad, de hondas raíces bíblicas, se torna como el criterio evaluador final de la vida de los hombres, específicamente de los cristianos: “fui extranjero y me acogisteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme, enfermo y me visitasteis”. Ahora hay que hacer vida estas palabras que fueron vividas en su momento, es cuestión de institucionalizar hoy también lo que los cristianos supieron hacer en cada momento de su historia, como demuestra esta investigación de Fino sobre la hospitalidad en las fundaciones hospitalarias en Québec.
Bernardo Pérez Andreo

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