martes, 5 de mayo de 2015

La fundación de una religión universal

Berger, Klaus, Los primeros cristianos. Sal Terrae, Santander 2011, 374 pp, 16 x 23,5 cm (Carthaginensia 55 (2013) 260-262).

El volumen que publicó Berger en su original alemán en 2008 es más comprensible si se respeta el subtítulo, perdido en el edición española. Los primeros cristianos, así sin más precisión, puede inducir a error, puede llevar a pensar que la obra versa sobre aquellos primeros discípulos de Jesús que se extendieron más o menos por Oriente medio hasta llegar a Roma. Pero si precisamos que se trata de cómo aquellos primeros tiempos, años fundacionales, pusieron los pilares para una religión mundial, la cosa se ve con más precisión. El autor pretende analizar los hechos históricos desde los textos cristianos en la perspectiva de la fundación de una religión que llegaría a ser universal a partir de un pequeño grupo reducido de judíos en la Palestina del siglo I, es decir, el salto de una secta a una religión mundial, como lo es hoy.

No es de extrañar, por tanto, que de los diez capítulos de que consta la obra, el primero lleve por título La hora cero. ¿Años fundcionales de una religión mundial? La propuesta estriba en situar los cincuenta años siguientes a la crucifixión de Jesús como los años fundacionales del cristianismo en tanto que religión mundial. Para este propósito se recurrirá a todos los materiales disponibles, en primer lugar los bíblicos, pues, según indica Berger, ha pasado a mejor vida la era de la crítica en la que los textos bíblicos eran, por principio, sospechosos de exponer acontecimientos no históricos o decididamente irreales. Ahora estamos en una época que piensa justo lo contrario: los escritores bíblicos nos cuentan hechos históricos aunque lo hagan con sus propios criterios de historicidad. En este sentido, será muy importante tener presente la epigrafía, los descubrimientos arqueológicos y todas las aportaciones de las diversas ciencias.

Pues bien, tras los primeros seis capítulos llegamos al séptimo, donde se nos exponen las ocho tesis de cómo y por qué llegó el cristianismo a ser una religión universal. Son ocho tesis que el autor demuestra como bases explicativas del éxito de cristianismo, más allá de la facticidad de los hechos comprobados en el Imperio: Constantino y Teodosio principalmente. El cristianismo se convirtió en religión mundial porque en él desemboca todo el caudal de amor de Dios expresado en los profetas y vivido de forma especial por Jesús. Este amor lo vivió la primera comunidad como una misión a los hombres, y esta misión es la que globalizó el cristianismo. Este amor de Dios hasta la misma cruz, lleva a los hombres a la amistad con los cristianos. De ahí que el evangelio llegue primero a los pequeños, pobres, esclavos y mujeres oprimidas de la antigüedad, que se convirtieron a su vez en portadores del mensaje liberador.

Las ocho tesis explicativas del cristianismo como religión universal tienen una progresividad expositiva que hace que unas se apoyen en las previas y a su vez las últimas explican las primeras. Veamos. Primera tesis, con Jesús aparece una figura religiosa excepcional. Segunda, el cristianismo primitivo fue la irrupción de un monoteísmo ilustrado que flotaba en el ambiente. Tercera, el cristianismo fue el descubrimiento de una clase peculiar de misericordia de la religión. Cuarta, el cristianismo convencía gracias a una ética vivida en coherencia. Quinta, el cristianismo primitivo era la forma de “asociación” ideal. Sexta, el cristianismo primitivo era la religión de las mujeres. Séptima, el cristianismo primitivo era la religión de los esclavos. Y última tesis: los primeros cristianos fueron los verdaderos comunistas.

Las tesis expuestas, entendemos, explican así por qué el cristianismo se convirtió en una religión universal, es decir, capaz de llegar a cualquier cultura, pueblo, tradición u hombre. Dado que los hombres son, en su mayoría pobres, marginados y mujeres, el cristianismo, como religión del amor de Dios a los necesitados, llega a todos sin dificultad. Ahora bien, las ocho tesis no tendrían esa misma capacidad para explicar el por qué el cristianismo se convirtió en la religión mundial que ha sido. La explicación a esto hay que buscarla más en la historia interna del Imperio romano, aquel que utilizó la religión cristiana como medio para imponer una fe a todo el orbe conocido.

La obra de Berger es una apuesta diferente en el marco de las aportaciones últimas en relación a la aparición del cristianismo como religión importante dentro del marco del mundo antiguo. Dunn, Crossan, Guijarro Oporto o Piñero, han hecho aportaciones valiosas al tema de esta obra y lo han hecho con una perspectiva distinta y a veces opuesta. La propuesta de Berger es necesaria dentro del panorama actual de búsqueda de los años en que el cristianismo deja de convertirse en una mera secta judía y pasa a tomar peso demográfico y político dentro del Imperio romano. No tenemos claro que la perspectiva propuesta sea la más coherente con los datos de que disponemos, pero sí que permite mantener vivo el debate sobre qué hizo que el cristianismo triunfara en y sobre el Imperio romano. A nuestro modo de ver es cierto que el cristianismo se extendió entre las clases bajas del Imperio y lo hizo porque encontraron en él la dignidad que no tenían en el Imperio, pero no terminamos de ver que el cristianismo fuese la “irrupción de un monoteísmo ilustrado que flotaba en el ambiente” y que supusiera el “descubrimiento de una clase peculiar de misericordia en la religión”. Como han mostrado muchos investigadores, la ética y la misericordia cristiana eran vividas ya en el Imperio a partir de las asociaciones funerarias donde las mujeres tenían un papel prominente y en las que las comidas compartidas representaban el núcleo de un igualitarismo social que rayaba en el comunismo que Berger atribuye a las comunidades cristianas.

No cabe duda de que el autor tiene razón cuando afirma que “los chrestiani son una alternativa atractiva desde el punto de vista intelectual, ético y existencial” y que esta especificidad juega un papel crucial en su extensión por el Imperio y su conversión en religión mundial. Por eso, el estudio de los años fundacionales del cristianismo sigue siendo una tarea a realizar por la investigación especializada.


                                                                                                Bernardo Pérez Andreo

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