lunes, 22 de octubre de 2012

Francisco y el Señor Papa


Cacciotti, Alvaro-Melli, Maria (a cura di), Francesco a Roma dal signor Papa. Atti del VI Convegno di Greccio, 9-10 maggio 2008. In occasione dell’VIII centenario dell’approvazione della prima regola, Edizioni Biblioteca Francescana, Milano 2008, 424 pp, 17 x 24 cm (Carthaginensia 52 (2011) 486-487).


La presente obra recoge las Actas del VI Congreso de Greccio, celebrado entre el 9 y el 10 de mayo de 2008, con el título Francisco a la Roma del Señor Papa. Su finalidad fue examinar uno de los pasajes más importantes de la historia del franciscanismo: su mismo origen. Efectivamente, aunque el empuje del poverello, tanto en su vida civil como en su pasión por el evangelio, no dejan lugar a dudas sobre el sentido netamente eclesial de su misión, era necesario que la máxima autoridad eclesiástica confirmara esta nueva forma de vivir el evangelio y para ello hubo de viajar a Roma para que el Papa, Inocencio III, aprobara las intenciones evangélicas del penitente de Asís y, por tanto, de todos aquellos que se le unieran como Hermanos Menores.

La actual obra recoge las investigaciones históricas, teológicas y canonísticas que intenta aclarar cómo se produjo el salto del orden diocesano para estar directamente bajo la autoridad papal. El estudio busca tanto los acontecimientos, como los personajes implicados y los documentos que han podido dejar para la historia. Con toda esta investigación, las celebraciones de 2009 del 800 aniversario, se verán enriquecidas por el aporte del estudio histórico serio y serán, a su vez, motivo para la profundización en una etapa fundamental en el desarrollo de la Orden de Hermanos Menores. Y para conseguir esto, el Congreso cuenta con nueve expertos que van desgranando, desde sus distintas especialidades, aquellos extremos de la investigación histórica y teológica que aún estaban en claroscuro. Podemos encontrar la relación de Francisco con Inocencio III, con el Obispo Guido I o el Cardenal Giovanni di San Paolo. Asimismo, tenemos las fuentes iconográficas y escritas del camino de Asís a Roma, o la forma vitae presentada al Papa y otros documentos también considerados por la curia romana.
Del Congreso de Greccio se pueden obtener varias conclusiones a tenor de las investigaciones presentadas. Francisco va a Roma en la primavera de 1209 con la intención de obtener del Papa, de la curia y de los cardenales la aprobación y confirmación de una regla escrita, pero, de no obtener esto, se propone conseguir la autorización para predicar, como laico, en un territorio determinado, probablemente la diócesis de Asís. Todo converge hacia esto último, al menos en las fuentes consultadas. Las dudas están en si Roma aprueba por escrito u oralmente. Todo indica que fue oralmente, o bien ex silentio, es decir, dando la callada por respuesta, dejando hacer para ver hasta dónde llega la cosa. Lo que sí es claro es que existe un documento de confirmación, y si hay confirmación es porque hubo aprobación. De esta manera puede decirse que en 1209 fue aprobada la misma regla que en 1223 fue confirmada. En palabras del propio Francisco y su Testamento: “et dominus papa confirmavit mihi”. El propósito no era otro que “deberem vivere secundum formam sancti evangelli” de la aprobación del papa. Pero, independientemente de los documentos escritos que puedan confirmar todo esto, lo que sí queda claro en este Congreso de Greccio es que, como siempre sucede con Francisco y la Orden de Hermanos Menores, el espíritu va más allá y por delante de la letra. Las propias palabras del de Asís lo dicen a las claras: tantum sufficit mihi verbum vestrum. A Francisco le basta la palabra del papa, como le basta la palabra de Cristo para ponerse en camino hacia una vida nueva que renovará la Iglesia entera. No se necesitan más documentos que las palabras llenas de vida del evangelio y la pasión por la pobreza del Señor. Esto, y sólo esto, es lo que llevará la intuición de Francisco a perdurar más de 800 años y a ser un instrumento del amor de Dios en medio del mundo y de la Iglesia.
El problema verdadero y profundo del franciscanismo nunca será con los documentos ni con el papa ni con el mundo, el problema verdaderamente profundo del franciscanismo, de todos y cada uno de los franciscanos, así los que no hemos profesado los votos, es y será siempre Francisco, el poverello, el cantor de Asís, el errante de los pobres, el amante de la Señora Pobreza, el que es capaz de dejarlo todo por una nada que tilila en las florecillas. Ese espíritu gigante en un cuerpo exiguo, ese, es el verdadero y único problema de la Orden. Los documentos, las controversias científicas, pueden ser útiles, pero si el espíritu de Francisco no estuviera presente, nada de eso tendría ningún valor.

Bernardo Pérez Andreo

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