Pascal, Blaise, Les
Pensées, classées selon les indications manuscrites de Pascal. Préfacées et annotées par Francis Kaplan.
Les Éditions du Cerf, Paris 2005, 716 pp, 14 x 20 cm ( Carthaginensia 47 (2007) 269-271) .
¡Por fin!, habría que exclamar: ¡ya tenemos una edición
coherente de los Pensamientos de
Pascal! Hasta el momento, las ediciones a disposición del público, sobre todo
en lengua castellana, pecaban de una abrumadora incoherencia. Tradicionalmente
se achacaba ésta a la misma naturaleza fragmentaria de la obra dejada sin
ahormar por Pascal, pero, leída esta magnífica edición de Francis Kaplan, hemos
de modificar nuestra perspectiva y volver pausadamente sobre esta Apología de la religión cristiana, como
el propio autor la definió en sus anotaciones. Las ediciones de Lafuma,
Brunschvicg o Chevalier, muy extendidas entre nosotros, se antojan una amalgama
de reflexiones varias sin más asociación que la mera vecindad espacial en la
materialidad del papel impreso. No en vano, a la hora de citar un pensamiento
de Pascal, se hacía por numeración y no por paginación, con lo que aumentaba la
impresión de fragmentariedad del pensamiento de un autor que es absolutamente
coherente. Aprovechando esta circunstancia se ha leído a Pascal como un
anti-Descartes, la razón del corazón frente a la razón lógica, pero esta
lectura resulta, como poco, insuficiente.
Tomando como guía las indicaciones manuscritas de Pascal,
Kaplan ha organizado la obra siguiendo una coherencia lógica iluminadora,
introduciendo títulos y capítulos tomados de esas mismas indicaciones y
anotaciones manuscritas. Como nos indica en el abundante y preciso Prefacio (7-96), siguiendo las precisas
indicaciones que Pascal nos ha dejado desperdigadas en los diversos pensamientos, podemos organizar una obra
perfectamente estructurada, un «plan de la Apología
que resulta de las indicaciones formales del mismo Pascal» (71). No es
necesario forzar los textos, como sí resulta en la edición de Port-Royal a la
muerte del autor. En aquella se pretendía que el pensamiento de Pascal era tal
y como había quedado a su muerte: un conjunto de fragmentos, sin atender al
mismo texto escrito. Kaplan, a partir del mismo autor, ha encontrado la hilanza
lógica. Como se puede entender, hay fragmentos que han quedado mejor unidos que
otros, pero eso hay que atribuirlo al estadio en el que quedaron los mismos a
la muerte del autor, no a la falta de un plan en su mente.
Como toda obra, lo que conocemos como Pensamientos, tiene un verdadero título: Pensamientos en vista de una apología de la religión cristiana
(99), seguido de una Introducción: para
incitar a buscar a Dios. La ineluctabilidad de la muerte (101-120). A
continuación vemos que esta obra
posee siete partes convenientemente organizadas, empezando por La razón (121-144), seguido de La condición humana (145-238), El verdadero bien (239-264), La Escritura (265-388), El valor de las pruebas (389-400), La falsedad de las otras religiones (401-410)
y concluyendo, lógicamente, con La
conversión (411-418).
Desde esta perspectiva se divisan los Pensamientos como una obra coherente de apología de la religión
cristiana, una apología ante el pensamiento moderno, por ello parte de la razón
y los filósofos, desciende a la condición humana, común a todos, que busca el
bien y lo hace en la Escritura, criticando las famosas pruebas de la existencia
de Dios y la falsedad de las otras religiones, de ahí que, la conclusión lógica
es la conversión. Concluida esta apología, sentido central de los pensamientos de Pascal, el resto de la
obra está estructurado en dos partes finales que recogen, por un lado, todas
las reflexiones pascalianas entorno a su famosa lucha contra los jesuitas (419-518), y de otro, Pensamientos sobre diversas cuestiones (519-586). Éstas últimas diversas cuestiones constituyen los más
famosos pensamientos de Pascal, por ejemplo, el espíritu de geometría, la naturaleza humana, el hombre pecador,
Jesucristo, la vida espiritual y otros más. Al ser los más conocidos y no
tener un lugar de encaje apropiado en la apología,
se tendió a pensar que éstos constituían el centro de la reflexión, Kaplan no
se ha dejado llevar por la opinión común y los ha situado al final, fuera de la
apología. Es seguro que Pascal, de
haber tenido tiempo, habría realizado una edición acabada de su obra, pero como
no lo tuvo es mérito de esta edición dar coherencia lógica a lo siempre lo tuvo
en la mente del autor.
Además del enorme valor ya mencionado de esta edición de los
Pensamientos, hemos de añadir dos
joyas que la realzan más, si cabe; por un lado, nos aporta una tabla de lecturas divergentes en las distintas
ediciones, que tributa un gran valor crítico; por otro lado, posee una Tabla de concordancias que permite
comparar la numeración de esta edición con las seis precedentes. Ésta tabla nos
da, por añadidura, una perspectiva de cómo se estaban leyendo hasta ahora los Pensamientos, el grado de incoherencia
que podía llegar a tener cierta lectura de los mismos, y cómo se pueden leer a
partir de esta edición, de modo que el valor crítico de esta edición tenderá a
incrementarse con el tiempo. Creemos que ésta será la edición por la que tendrá
que hacerse en el futuro toda lectura válida del pensamiento de Pascal;
felicitamos al responsable de esta edición por el esfuerzo realizado por
aportar claridad para el estudio de un autor que día a día cobra más valor en
la tarea de reanimar el pensamiento en esta exhausta postmodernidad; hacemos
votos, por último, para que, lo antes
posible, alguna editorial tome el encargo de poner al alcance del público de
habla castellana una obra que nos parece, ya mismo, imprescindible para el
estudio y la comprensión de un autor central en el pensamiento moderno y en la
teología apologética cristiana.
Bernardo Pérez Andreo
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