jueves, 24 de enero de 2013

Les Pensées de Pascal


Pascal, Blaise, Les Pensées, classées selon les indications manuscrites de Pascal. Préfacées et annotées par Francis Kaplan. Les Éditions du Cerf, Paris 2005, 716 pp, 14 x 20 cm (Carthaginensia 47 (2007) 269-271).
¡Por fin!, habría que exclamar: ¡ya tenemos una edición coherente de los Pensamientos de Pascal! Hasta el momento, las ediciones a disposición del público, sobre todo en lengua castellana, pecaban de una abrumadora incoherencia. Tradicionalmente se achacaba ésta a la misma naturaleza fragmentaria de la obra dejada sin ahormar por Pascal, pero, leída esta magnífica edición de Francis Kaplan, hemos de modificar nuestra perspectiva y volver pausadamente sobre esta Apología de la religión cristiana, como el propio autor la definió en sus anotaciones. Las ediciones de Lafuma, Brunschvicg o Chevalier, muy extendidas entre nosotros, se antojan una amalgama de reflexiones varias sin más asociación que la mera vecindad espacial en la materialidad del papel impreso. No en vano, a la hora de citar un pensamiento de Pascal, se hacía por numeración y no por paginación, con lo que aumentaba la impresión de fragmentariedad del pensamiento de un autor que es absolutamente coherente. Aprovechando esta circunstancia se ha leído a Pascal como un anti-Descartes, la razón del corazón frente a la razón lógica, pero esta lectura resulta, como poco, insuficiente.

Tomando como guía las indicaciones manuscritas de Pascal, Kaplan ha organizado la obra siguiendo una coherencia lógica iluminadora, introduciendo títulos y capítulos tomados de esas mismas indicaciones y anotaciones manuscritas. Como nos indica en el abundante y preciso Prefacio (7-96), siguiendo las precisas indicaciones que Pascal nos ha dejado desperdigadas en los diversos pensamientos, podemos organizar una obra perfectamente estructurada, un «plan de la Apología que resulta de las indicaciones formales del mismo Pascal» (71). No es necesario forzar los textos, como sí resulta en la edición de Port-Royal a la muerte del autor. En aquella se pretendía que el pensamiento de Pascal era tal y como había quedado a su muerte: un conjunto de fragmentos, sin atender al mismo texto escrito. Kaplan, a partir del mismo autor, ha encontrado la hilanza lógica. Como se puede entender, hay fragmentos que han quedado mejor unidos que otros, pero eso hay que atribuirlo al estadio en el que quedaron los mismos a la muerte del autor, no a la falta de un plan en su mente.
Como toda obra, lo que conocemos como Pensamientos, tiene un verdadero título: Pensamientos en vista de una apología de la religión cristiana (99), seguido de una Introducción: para incitar a buscar a Dios. La ineluctabilidad de la muerte (101-120). A continuación vemos que esta obra posee siete partes convenientemente organizadas, empezando por La razón (121-144), seguido de La condición humana (145-238), El verdadero bien (239-264), La Escritura (265-388), El valor de las pruebas (389-400), La falsedad de las otras religiones (401-410) y concluyendo, lógicamente, con La conversión (411-418).
Desde esta perspectiva se divisan los Pensamientos como una obra coherente de apología de la religión cristiana, una apología ante el pensamiento moderno, por ello parte de la razón y los filósofos, desciende a la condición humana, común a todos, que busca el bien y lo hace en la Escritura, criticando las famosas pruebas de la existencia de Dios y la falsedad de las otras religiones, de ahí que, la conclusión lógica es la conversión. Concluida esta apología, sentido central de los pensamientos de Pascal, el resto de la obra está estructurado en dos partes finales que recogen, por un lado, todas las reflexiones pascalianas entorno a su famosa lucha contra los jesuitas (419-518), y de otro, Pensamientos sobre diversas cuestiones (519-586). Éstas últimas diversas cuestiones constituyen los más famosos pensamientos de Pascal, por ejemplo, el espíritu de geometría, la naturaleza humana, el hombre pecador, Jesucristo, la vida espiritual y otros más. Al ser los más conocidos y no tener un lugar de encaje apropiado en la apología, se tendió a pensar que éstos constituían el centro de la reflexión, Kaplan no se ha dejado llevar por la opinión común y los ha situado al final, fuera de la apología. Es seguro que Pascal, de haber tenido tiempo, habría realizado una edición acabada de su obra, pero como no lo tuvo es mérito de esta edición dar coherencia lógica a lo siempre lo tuvo en la mente del autor.
Además del enorme valor ya mencionado de esta edición de los Pensamientos, hemos de añadir dos joyas que la realzan más, si cabe; por un lado, nos aporta una tabla de lecturas divergentes en las distintas ediciones, que tributa un gran valor crítico; por otro lado, posee una Tabla de concordancias que permite comparar la numeración de esta edición con las seis precedentes. Ésta tabla nos da, por añadidura, una perspectiva de cómo se estaban leyendo hasta ahora los Pensamientos, el grado de incoherencia que podía llegar a tener cierta lectura de los mismos, y cómo se pueden leer a partir de esta edición, de modo que el valor crítico de esta edición tenderá a incrementarse con el tiempo. Creemos que ésta será la edición por la que tendrá que hacerse en el futuro toda lectura válida del pensamiento de Pascal; felicitamos al responsable de esta edición por el esfuerzo realizado por aportar claridad para el estudio de un autor que día a día cobra más valor en la tarea de reanimar el pensamiento en esta exhausta postmodernidad; hacemos votos, por último, para que,    lo antes posible, alguna editorial tome el encargo de poner al alcance del público de habla castellana una obra que nos parece, ya mismo, imprescindible para el estudio y la comprensión de un autor central en el pensamiento moderno y en la teología apologética cristiana.
Bernardo Pérez Andreo

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